“¿Qué lleva a un poeta mexicano de los años treinta a desdeñar una cierta forma de hacer poemas, y a dedicar lo mejor de su esfuerzo al poema total? ¿Quién es este reticente poeta ahogado por el silencio, y que escribe en toda su vida tan sólo dos libros?”, se pregunta Evodio Escalante en el primer capítulo de su investigación dedicada a la obra poética, rigurosamente escasa, escuetamente rotunda, del hombre de letras, editor y diplomático tabasqueño José Gorostiza (1901-1973). Ciertamente, José Gorostiza. Entre la redención y la catástrofe, comienza preguntándose y preguntándonos una serie de interrogantes que tal vez como lectores del artista nos hayamos hecho en algún momento al acceder a su mundo poético y enfrentarnos a su palabra definitiva, vehemente y, por momentos, enigmática. Descubrir el origen filosófico y estético de Muerte sin fin, así como desentrañar la personalidad de su evasivo autor, son cuestiones que resuenan en el curso de todo el estudio y que llevan al investigador a sumergirse en el mundo intelectual de Gorostiza, comenzando desde sus precoces intentos poéticos durante la adolescencia hasta culminar con la publicación de su creación máxima.
Producto de su investigación para tesis doctoral, y publicado recientemente, el presente volumen de Evodio Escalante, reconocido crítico literario, poeta y ensayista, es un profundo estudio en torno a la genealogía de Muerte sin fin, además de un estricto ejercicio interpretativo que intenta aproximarse lo más posible a la idea estética y filosófica que llevara al poeta a construir su compleja composición, y que trata, como el mismo investigador lo asevera, de no alterar la unidad y coherencia interna del texto ni insertarle una significación preconcebida. Dotado de un aparato crítico sólido y de una amplia bibliografía, Entre la redención y la catástrofe, toma como marco de referencia el extenso catálogo de investigaciones, críticas especializadas y posturas interpretativas en torno a la vida y obra de Gorostiza. Tiene, sin embargo, como fuente principal para la elaboración de la propuesta del doctor Escalante, sobra decirlo, el trabajo literario, epistolar y periodístico del poeta mismo, así como biografías y numerosos testimonios escritos de sus amigos –como los miembros del grupo Contemporáneos– y otros personajes que conocieron al reservado artista.
El camino de acceso a Muerte sin fin es largo, tanto como la vida creativa de Gorostiza, de ahí la profusa pesquisa documental que emprende Escalante en aras de encontrar el hilo de Ariadna que lo lleve al corazón del poema. Es por eso que la búsqueda del investigador se inicia en la primera juventud del tabasqueño, cuando realiza sus incipientes colaboraciones en las publicaciones San-Ev-Ank (1918) y Revista nueva (1919). A partir de esta época empieza la evolución poética de Gorostiza y comienza a sumar y asimilar influencias que, con el paso del tiempo, habrán de dar como resultado su personal propuesta poética que cristaliza en su obra mayor. Los ecos de Ramón López Velarde y el Ateneo de la Juventud se oyen en sus textos, pero, en particular, José Vasconcelos resulta una voz definitiva que lo guiará hacia el pensamiento filosófico de Plotino y a la noción “del retorno universal de las criaturas a la boca de su Creador”, idea central alrededor de la cual se construye Muerte sin fin. Otra influencia determinante será la del poeta norteamericano T S. Eliot quien habrá de marcar su formación intelectual y estética con obras como Tierra baldía y Miércoles de ceniza, además de ensayos donde conocerá conceptos como la “impersonalidad poética” y el “correlato objetivo”, los que de alguna forma adaptará a sus propios intereses creativos.
Escalante juzga indispensable la revisión de la biografía de Gorostiza, por lo que no puede pasar por alto, por ejemplo, su estrecha participación en las revistas La Falange (1922-1923) y Contemporáneos (1928-1931), momentos que habrán de reflejar su interés por el modernismo, su adhesión a la postura nacionalista y, paulatinamente, su inclinación hacia la propuesta de Ezra Pound y la poesía exteriorista, que abandona el tono lírico y se vuelca hacia el paisaje y el transcurrir del mundo fuera del yo poético. El investigador tampoco pierde de vista las relaciones profesionales e intelectuales, más que amistosas, que el tabasqueño sostiene con sus compañeros de generación. Manifiesta que, contra lo que la tradición asegura, el llamado “grupo sin grupo” mantiene propuestas eclécticas y no completamente de vanguardia. Si bien los Contemporáneos aceptan algunas aportaciones de los movimientos vanguardistas y las enarbolan como propias, no por ello aprueban los extremismos a los que llegan, según el grupo, movimientos como el de los estridentistas. Esta tendencia semiconservadora incluye, por supuesto, a Gorostiza. El mejor ejemplo que puede ofrecerse es su libro Canciones para cantar en las barcas (1925), notable sincretismo de la vanguardia y la poesía tradicional hispánica, donde se concilian aportaciones de la escuela norteamericana, encabezada por Pound (como el predominio del mundo objetivo sobre las expresiones líricas), ecos del barroco de Góngora e, incluso, formas del canto popular.
Otro periodo importante para Gorostiza es el de su estancia en Londres como funcionario menor de la embajada de México (1928). Durante ese año se empapa de la obra y la teoría poética de T. S. Eliot, al tiempo que sufre uno de sus peores lapsos de crisis y aislamiento. De acuerdo con la correspondencia del poeta, es una época de esterilidad creativa; sin embargo, Evodio Escalante sospecha que justamente en Londres es donde comienza a elaborar los primeros bosquejos de lo que será Muerte sin fin, de tal manera que la aparente “parálisis poética” no era más que una estrategia para poder trabajar tranquilo sin el constante acoso de amigos y conocidos que se comunicaban con él por carta.
No obstante, casi una decena de años separa la hipotética concepción del poema (1928) y su publicación (1939). Es otro periodo difícil en el que Gorostiza padece de cuando en cuando el desempleo y en el que tiene que afrontar la disgregación definitiva del grupo Contemporáneos (hacia 1932). La revisión biográfica de Escalante termina con la publicación de Muerte sin fin y comienza propiamente el análisis y reconstrucción interpretativa del poema, aunque, como ya se había mencionado, hay referencias a éste en los capítulos precedentes.
En el primer tercio de esta investigación, Escalante muestra la evolución poética de Gorostiza y las influencias artísticas y filosóficas que contribuyeron a su formación intelectual; también señala elementos poéticos que pueden observarse en Muerte sin fin de las tendencias estéticas que conoció y la obra previa del autor. Las dos terceras partes restantes las dedica a su objeto de análisis. Pero ¿cómo puede explicarse uno de los poemas más complejos de la poesía mexicana? El investigador mismo lo expresa: “El poema de Gorostiza quiere devorar el infinito –derrotar a la muerte. Es a la vez exaltación lírica de la luz y gemido agobiado de la criatura, monólogo de la inteligencia y epopeya de la imaginación, escenificación de la condición “caída” del hombre y supremo intento de reconciliarlo con la esfera suprasensible. Su contextura silogística no excluye paisajes narrativos que llegan a colindar con el relato maravilloso. Pero es ante todo un poema que busca remontarse hasta Dios, y de anular con ello el calvario de la conciencia instalada en la finitud.” Contra lo que han sostenido críticos e investigadores durante décadas, Escalante considera que éste no es un poema necrofílico ni tampoco una elegía acerca de la destrucción del universo. Todo lo contrario. Es una obra de la inteligencia que, a través de la imaginación, busca, pretende, sueña con vencer a la muerte al volver a la semilla, al “origen fatal de sus orígenes”, a la nada que es el principio de la creación, el seno divino.
Además de concebir y analizar el poema como una unidad estructurada por elementos de estrechas relaciones internas, el estudioso fundamenta su propuesta interpretativa en las fuentes a las que recurrió Gorostiza para construir su obra. Una de las más importantes es la Biblia, en particular, los proverbios que el poeta utiliza como epígrafes de su texto (8:14, 8: 30 y 8: 36); algunos pasajes del Génesis; y la Epístola de san Pablo a los corintios.
Por último, es digno de destacarse la prosificación que de Muerte sin fin realiza Evodio Escalante y que presenta como apéndice de su investigación. Como lo hace en el análisis, puede apreciarse que el estudioso busca ajustarse en su interpretación lo más posible al sentido original del poema, buscando rescatar, incluso, el tono de la obra que fluctúa entre lo hierático y lo irónico, lo elegiaco y lo festivo. Notable es también el cuidado del lenguaje, que evoca al poema en sus frases más bellas e iluminadas, y que permite, finalmente, la comprensión del texto original y el recuerdo placentero de su enunciación.
José Gorostiza. Entre la redención y la catástrofe, interesante aportación al estudio de las letras mexicanas que observa la obra del poeta tabasqueño desde una perspectiva distinta y que ofrece una propuesta novedosa. Seguramente, entre la comunidad especializada, será digna de comentarios, debates y nuevos análisis.
Evodio Escalante, José Gorostiza. Entre la redención y la catástrofe, México, Casa Juan Pablos, Universidad Autónoma de Tabasco, Instituto Municipal del Arte y la Cultura de Durango, Universidad Nacional Autónoma de México, 2001, 318 p.
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