Soy esto.
Merezco esto.
Ofrezco esto.
Me incorporo nuevamente, echando el humo de mi cigarrillo, mirando la misma lámpara de la desilusión, de la incertidumbre.
Una voz que no me habla. Mis oídos que no escuchan.
Soy esto, en ésta circunstancia...
Doy esto. Recompénsame con esto...
Me reincorporo nuevamente, trazando con una lanza invisible el aire del lugar...
Ofrezco, entonces, mi silencio. Mi aroma a persecución, mis ojos resignados al estancamiento fraguado por la luz de la lámpara.
...Las personas lumínicas que brillan. Las otras personas; las sombras que se acurrucan en sus caras.
Soy esto. Éstas dos formas. El brillo y la sombra.
Ofrezco y merezco esto...
Y todo lo que depende de mi queda suspendido o agraviado por lo que soy...
La voz dice, y no habla de mi... Observa incrédula, un océano de imágenes. Queda claro decir que no soy agua, sino fuego. QUEMO.
Soy esto, y me reincorporo por penúltima vez, y las sombras de la luz de aquella lámpara testigo, se acomodan, ahora, en mi rostro y se justifican con mi gesto de incertidumbre, de desilusión.
Soy esto, soy la desilusión.
Merezco esto, merezco la desilusión.
Ofrezco esto, ofrezco la incertidumbre.
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