La enfermera higieniza mi herida, tengo la cara como una remolacha... y de mis manos crecen cáscaras de barro...

_Puedo caminar enfermera, déjeme solo. La enfermera mira al médico con lástima.
_¿Qué sucede?, les pregunto. ¿Hay algún problema?. El médico se acerca hacia mi con ese aire superior de aquél que no ignora lo que sabe... a la vez, usa el método de la cara mojada.
_Soy perspicaz doctor, le digo. Mientras que siento un picazón en un lugar de mi cuerpo que ya no está.

El médico trata de explicarme lo sucedido con delicadeza, pero no lo dejo. Luego entran mis padres como si yo fuese un resucitado de entre los muertos, (aunque no estoy muy lejos de eso), tratan de explicarme, pero les pido que se alejen, que me dejen solo. Mas tarde entra un amigo un poco mas relajado y trata de ablandarme con una postura de que nada ha pasado... y le grito, le grito como a nadie...

El hospital entero no encuentra forma de estimularme, de alentarme...
Alguien entra y me pregunta qué necesito.
_Mis piernas!, le digo. Aquel desconocido hace un movimiento positivo con la cabeza y pone su labio superior sobre el inferior, casi mordiéndose.
_Mis piernas!!!, le repito gritando...

El desconocido cierra la puerta.