Lady Ligeia a Sir Alonso: ¡Ay de mí! ¡Pobre que tan pobre es mi alma, al ver que explorando su herida, encontré la mía abierta y sangrando en lo más profundo de mi corazón!.
Sir Alonso: ¡Bienaventurados sean aquellos que fueron bendecidos por el amor!
Mas mírenos ahora a nososotros los amantes sinceros, corrompidos en llantos de desamor.
Los verdaderos enamorados, siempre hemos padecido contrariedades del Destino.
Lady Ligeia (carcomiéndo sus sentimientos pregunta): Dígame Señor, ¿dónde nace la pasión?¿En el corazón o en el cerebro?; ¿Porqué estamos condenados a amar?;¿Cuál es aquel detalle que nos hace enamorar locamente?; Y ¿Hasta que punto importa la belleza?
Sir Alonso: Mi querida Señora, debo admitirle que mi asombro es tan grande como mi contento al ver que sus preguntas vienen desde el rincón más recóndito de su alma. Mas para ellas, respuestas no caben en mis bolsillos.
[Luego de unos instantes]
Sir Alonso (pensativo): Dicen que la dama es bella, y de eso no me cabe duda. Dicen que es virtuosa, y no lo niego.
Pero es la discreta forma de amar, aquel misterio oculto en furtivas miradas, lo que me hace amarla desesperadamente.
Lady Ligeia: Bellas palabras que caen de sus labios, señor. (cuanta suerte tendrá quien los bese)
Cupido da muerte con flechas, sin embargo a mí me capturó con redes. Pues mi amor va en busca del amor, mas el amor se aleja del amor, cual niño con miedo al monstruo.
Sir Alonso (con lágrimas en sus ojos): ¡Cuánta expresión que brota de tu pálido rostro!
(De repente, sorprendido..)
¿Qué pasa querida?
¿Cómo es que tus rosas se decoloran tan pronto?
Espero no sea por falta de lluvia, mas sí puedo regarlas con la tormenta de mi amor.
[Y la besa, incontrolada y apasionadamente. Un beso de verdadero amor. Un beso el cual ninguno de los dos, había probado antes.]
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