Los viernes en la madrugada suele bailar desnuda, a oscuras. Se mueve con lentitud, los brazos, los piesesitos poco a poco. Se suelta el pelo. No es que se desvista mientras baila. No.
Es un edificio alto, de difícil acceso a ojos extraños. Ella vive sola, pasa sus noches cambiando de discos, en una radio antigua. Es extraño verla bailar, sin poder escuchar la música. Las cortinas permanecen cerradas casi toda la semana, salvo en las noches que ella sale a ver la luna. La luna no siempre está allí, ella entristece. A veces llora, llora despacio sin dejar de mirar al cielo.
Se mueve suave, con los ojos cerrados. Se desplaza alrededor del cuarto aquel, en puntillas. Sonríe. Ella tiene unos 20 años. El pelo negro., la piel dorada. La pelvis que se entreve en las caderas, los hombros angostos y brillantes. El cuerpo ligero, los senos tiernos, el vientre imperturbable.
Es un rito que dura aproximadamente 1 hora.La veo extasiado, con el placer del observador que no es visto. Con los ojos puestos en cada movimiento, en cada salto, en cada parte interminable de su cuerpo. Es invierno. El aire frío entra con descaro. Ella no pisa el suelo, vuela de la manera más perfecta en la cual he visto volar a nadie.
Esta es la primera vez que la veo frente a mi. En el bus hay 10 personas, ella está sentada junto a una anciana. Lleva una blusa de seda y una falda negra. Casi me sorprende verla vestida. Ha estado llorando de nuevo. Sus ojos son tan, o más oscuros que su cabello. No puedo evitar acercarme, ya fuera del bus, mientras cruza la avenida. Ella está asustada, casi corre con aquellos piesecitos suyos. La sujeto por el brazo, me lanza esa mirada. No grita. Me mira impasible. Me invade un miedo que jamás había sentido. Es usted muy hermosa, le digo.
- ¿Le puedo invitar un café?
- …
- No quiero asustarla, discúlpeme. Pero es usted tan… hermosa- Le repito.
- ¿Se ha bajado Ud. del bus para invitarme un café?
- No. Si, es decir, vivo por acá pero me he bajado por Ud.
- Lo siento, pero no puedo.
- La luna está hermosa. ¿No le parece? No se aparecía, últimamente.- Intento convencerla.
- Es cierto- cambia algo en su mirada, casi me sonríe.
Dos desconocidos tienen siempre mucho que decirse. Yo quisiera saber sobre su pena, pero no me atrevo a preguntar. Ella habla entrecortado, adoptando una posición grave.
Yo la escucho atento. Trato de guardar cada detalle en la memoria. A mi lo que más me gusta, me dice, de pronto, es bailar. Empiezo a toser con estruendo. Sé quien eres, afirma. Yo la veo alejarse, estupefacto.
Nunca más me la encontré en el bus. Nunca más la vi llorar. Nunca más la luna estuvo tan linda. Nunca más la cortina estuvo abierta.
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