Cual hijo prodigo sediento
de piadosos besos,
regreso a posar mi cabeza en
el regazo suave
de tu incansable camino
y he vuelto aspirando
el aroma dulce
prodigado en verdes mayos
y en septiembres tristes
he sentido tus manos
que a pesar de los callos
del infinito vaiven del cada día
tienen la tibieza y la suavidad eterna
de tu amor cotidiano...
He vuelto a verte sonriendo,
posada en el umbral de tus sueños
y cual pajarillo de encantado vuelo
he sentido la piedad de tus ojos bellos.
He vuelto a nacer y sabiendome niño,
no quiero apartarme de la dulzura quieta
que me embelesa el alma
y que me da cariño, quiero estar contigo
para saberme tuyo por la eternidad del tiempo
por el febril deseo
de sentir tu halo INFINITA MADRE.