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Continuación


Ajenos a todo, se fueron cambiando de ropa, pero ni el espejo en el recibidor era solamente un espejo ni las lámparas de las mesitas de noche estaban únicamente para alumbrar la habitación.



Uno al lado del otro enfilaron el pasillo hacia el ascensor. Vistos desde atrás parecían Quijote y Sancho en pos de la aventura.



Personal del hotel les buscó taxi y, una vez acomodados, partieron hacia el “Jardín Japonés”. Pedro quería complacer a su hermano, al menos en esta primera salida.



Dani quedó extasiado por tanta belleza vegetal. Admiró la armonía de la aparente espontaneidad en el orden y colocación de las plantas y se deleitó observando el pequeño riachuelo con las carpas de colores, el puente curvo, rojo como un coral incrustado entre esmeraldas y jades. Las piedras, dispuestas con la maestría que la sabia naturaleza enseña, despertaron su admiración bajo las ramas del árbol sakura, repleto de flores rosas y asomando tímidas junto a la orilla del río.



Admiraban la fuente de estilo japonés con agua hasta el brocal y la perfecta sencillez del bambú, en tramos creados por su constructor, que hacía caer el líquido elemento desde la altura adecuada para que, al romper en la superficie, crease ese sonido rumoroso suave y las ondas concéntricas que dibujaba a su caida.



Embebidos ante el poder de atracción de todo lo que veían, no se apercibieron de la proximidad de dos hermosas mujeres.



--¡Heyyyy, Dani!



Giró hacia atrás la cabeza el chico y no reprimió un ¡Eeeeehhhhhhh! de sorpresa cuando advirtió que quien le llamaba era nada menos que Leo.



Hizo girar la silla con premura y se dirigía a ellas mientras su hermano le seguía a unos pasos.



--¿Sabíais que estábamos aquí?—Preguntó Dani.



-- Ese hotel tiene una red de información que ni el Mossad israelí.- Ahora fue Pedro quien ironizó a pesar de la alegría que supuso encontrarse de nuevo con Cristina.



-- No nos cargués. ¿No les dijimos que la gerencia del hotel nos ponía a su disposición para haceros felices en vuestra estancia en Bs. As.? Nos enteramos por el mozo que les buscó el taxi que venían hasta acá, pero si no quieren nos volvemos.



Dani sintió que el corazón botaba dentro de su pecho como balón de básquet.



Leo se aproximó a él y le dio un beso en la mejilla.



El chico se sonrojó y desplazó la silla unos metros hacia la orilla del río.



Ella le siguió y se puso en cuclillas junto al cochecito como si arrancase pequeñas hierbas, sin embargo lo que realmente quería era poner su cara cerca de la de él para poder verse mejor a los ojos.



Dani lo advirtió así y la emoción no le dejaba articular palabra. Dejó la mirada fija sobre la superficie del agua y esperó a estar más sereno.



Mientras tanto, Cris reía descocada por cualquier frase de Pedro y este la amarraba por la cintura y la zarandeaba demostrándole que era el fuerte de los dos. No se apercibía que ella manejaba sus hilos lanzando pequeños grititos y poniendo de manifiesto en curvas, poses y risas toda su feminidad.



Desde ese momento caminaron juntos entre sendas enmarcadas de verde y puentes de madera hasta que acabó la visita.



Una vez fuera del Jardín Japonés, Cris planteó ir a comer a algún lugar típico, los chicos asintieron, aunque les parecía muy pronto las siete de la tarde para cenar, no sabían que en Argentina se acostumbra a cenar mucho antes que en España.



Con movimientos rápidos y seguros, Cris avisó a un taxi desde su “celular”, “móvil” para nuestros amigos.



Una hora y media desplazándose por el gran Buenos Aires entre avenidas, estatuas, grandes edificios, y quedándose boquiabiertos al admirar una escultura móvil con forma de flor gigantesca que movía sus pétalos y desprendía luz de su interior, les hizo desear aquella cena que propuso Cris.



El taxi salió por una de las carreteras radiales y se desvió internándose entre calles a cuyos lados se erguían grandes vallas de cemento y altos árboles que no dejaban ver las mansiones del interior.



-- Estoy loco por que me sorprendas con tu restaurante, Cris. ¿Llegaremos algún día?—dijo con sarcasmo Pedro.



-- Ya falta poco. Dos calles más allá y estamos.



Se abrió un portón amplio metálico después de que Cris marcase un número en su teléfono. No se veían luces que indicasen el anuncio de ningún restaurante.



Dani cuchicheaba con Leo y no se apercibió del lugar más que cuando le indicaron que ya habían llegado.



Varios hombres de elevada estatura se aproximaron al taxi y ayudaron a sacar la silla eléctrica del portamaletas. Iban a sacar del coche a Dani cuando Pedro se interpuso diciéndoles que nadie más que él se hacía cargo de su hermano.



Ya en brazos del mayor, le dijo: “Supongo que la cena que nos sirvan en este restaurante correrá a cargo de la gerencia del Hotel, ¿no?. Porque aquí debe costar un pastón cenar.



Un hombre con uniforme que ellos consideraron maitre les abrió la puerta y les dio la bienvenida, les indicó que siguieran el pasillo alfombrado que partía hacia la derecha y que tras la puerta con cristales iluminados estaba el comedor.



A pocos pasos de la puerta de entrada y como si una luz hubiese despertado en el interior de la cabeza de Dani, este miró asustado a su hermano.



La puerta se cerró una vez dentro los hombres que habían salido y las dos muchachas.



El sonido de la llave girando en la cerradura acabó de alertar a los hermanos que desde ese momento consideraron si aquello no era una encerrona.






Continuará

Texto agregado el 21-03-2006, y leído por 226 visitantes. (7 votos)


Lectores Opinan
15-04-2006 Me olvidé de la novela. La creí rematada. De nuevo con gusto la retomo y me asomo, ahora intrigado, a esta aventura tan bien detallada, situada y ambientada, como siempre. azulada
23-03-2006 hay, seguro que no esta terminado y me quedo con las ganas eslavida
23-03-2006 Esto no tiene muy buena pinta, quizá sí que es una encerrona, me voy a averiguarlo... De momento va muy bien. Un saludo de SOL-O-LUNA
22-03-2006 ya sabía yo! venía demasiado tranquilo, ayy Grajú, y ahora? Besitos y estrellas, sigo leyendo gmmagdalena
22-03-2006 interesante amigo... esto es a lo que queria llegar. va bien. Renne
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