HAGASE TU VOLUNTAD ASI EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO...
Enero 14 de año del Señor 2006
Muy cerca de Piedras Negras, en el lado mexicano, con Eagel Pass en el trasfondo estadounidense, María Margarita Tzul Mijangos, natural de Guatemala es puesta, casi descuidadamente en un ataúd de pino rústico. En una iglesia medio derruida, y peor pintada, un cura de sotana desteñida, barba mal cuidada y voz ronca por el cigarrillo, carraspea ruidosamente y entona un responso leyéndolo de un libro manoseado y sucio.
María Margarita, de 6 años, había muerto ahogada intentando pasar, asida de su madre, las aguas revueltas del Río Grande hacia el “sueño americano”. La balsa, de goma de auto, se vació en el camino, y la niña, arrastrada por las aguas, vio desparecer su vida con los ojos puestos, en un atardecer frío, en los matorrales del otro lado. A dos brazas escasas de la orilla murió sin saber porqué.
Su bautizo de muerte fueron las aguas sucias y turbulentas del Río Grande.
El sacerdote concluyó la ceremonia i-“Hágase Tu voluntad así en la tierra como en el cielo...”
Enero 14 de año del Señor 2006
En el Palacio de la Zarzuela de Madrid, con gran boato y lleno de fotógrafos y periodistas, el Cardenal Rouco Varela, ataviado con vestiduras con encaje de oro, mitra ceremonial y con voz pausada y suave, bautiza a Leonor de Borbón, Infanta de España.
Nacida en la mejor clínica de la capital, vestía traje blanco y ceremonial. Al momento de nacer, el médico había tomado delicadamente una muestra de la sangre del cordón umbilical de la niña y esa muestra fue referida al Banco de células madre a Texas. Por si acaso.
Rouco Varela, con la pompa que caracteriza a todo Príncipe de la Iglesia, deja caer con concha de oro, el agua bautismal recitando “Yo te bautizo en el nombre del Padre...”
Su bautizo de vida fueron las aguas traídas, expresamente para ella, del Río Jordán.
El Cardenal concluyó la ceremonia: i-“Hágase Tu voluntad así en la tierra como en el cielo...”
Enero 14 de año del Señor 2006
Con traje de faena, como capellán militar, el cura Restrepo se inclina a colocar los santos óleos sobre la frente de Jairo, mascullando entre dientes una oración.
Jairo, de escasos 3 años, jugueteaba en la orilla del río buscando, en la playa, pequeñas piedras de colores, cuando una bomba personal, enterrada quién sabe cuándo y porqué militar de mierda, del bando que fuese, le amputó de forma instantánea las piernas, los genitales y la vida. Las aguas del río lamieron sus heridas y le cantaron su canción de muerte. Jairo, en la Colombia de hoy, murió sin enterarse de la vida. Su cuerpo fue envuelto en una manta pintada de camuflaje.
Su bautizo de sangre fueron las aguas tranquilas del Río Magdalena.
El capellán concluyó la ceremonia: i-“Hágase Tu voluntad así en la tierra como en el cielo...”
Enero 14 de año del Señor 2006
Dios se despertó sobresaltado. Un mortero había hecho explosión en el patio de una escuela de niños en Bagdad, en la misma orilla del Río Eufrates, otrora parte del Paraíso Terrenal. Vio que se estaba haciendo Su voluntad. Se sintió tranquilo, dio media vuelta en la cama y siguió durmiendo...
El Río Grande, el Río Jordán, el Río Magdalena y el Río Eufrates se hermanaron en la Voluntad de Dios, la cual no sólo se hace en la Tierra y en el Cielo, sino también en los ríos, mientras el agua y la vida, a pesar de la muerte, siguen transcurriendo...
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