Quisiera estar ahora a tu lado, que tu voz calmara mis ganas de llorar, mientras mi cuerpo encuentra la protección entre tus brazos, y tus caricias en mi pelo me hagan sentir que este nuevo problema tiene también solución y que estarás como siempre a mi lado hasta que el miedo y el peligro hayan pasado.
Estás, sí, ahí dónde siempre te encuentro, pero hoy no me atrevo a decirte que necesito que me escuches. Hoy sólo necesito que me mires con una sonrisa para sentir que definitivamente mi pesadilla ha pasado y en su lugar ha dejado un dulce sueño en el que me quiero refugiar hasta el amanecer.
Pronuncias mi nombre con delicadeza y un sonido cálido me llena de armonía. No necesito levantar la cara para saber que estás enfrente de mí, mirándome tranquilo, esperando a que yo te mire, y puedas adivinar en mis ojos que hoy no es un buen día. No levanto la cabeza, no quiero estropear tu sonrisa.
Tus manos acarician mis hombros, y aguardas en silencio mientras yo no sé qué decir ni cómo excusar mi presencia. No quiero que pienses que me estoy derrumbando sin darme cuenta de que en mi vida hay muchas cosas buenas, esas que tu me has enseñado a amar. Quiero decirte que hoy he decidido acallar mi melancolía para confesarte que mi tristeza es cuando no estás, y mi noche más larga cuando al día siguiente no vas a estar.