Inicio / Cuenteros Locales / Soli / Desde un velo de silencio
Creo que confía en el silencio, en el silencio como un comienzo para un real modo de ser, como un real modo de ser en silencio. Porque cuando se habla, se habla sobre cosas comunes, se habla sobre lo que se puede hablar, y sólo se puede hablar sobre lo que puede ser común y no se puede hablar sobre lo que no se puede hablar y sólo podemos saber sobre lo que no se puede hablar cuando estamos en silencio y el silencio trae sobre nosotros algo, como un velo traído por el viento desde otro lugar.
Pero un velo traído por el viento desde otro lugar viene de lejos, de otro mundo o de otra parte para algo aquí; porque si no fuese para aquí seríamos nosotros (y pido perdón por lo de nosotros) los que seríamos arrebatados por el viento para ser llevados a alguna otra parte para allí.
Un velo traído por el viento en esos paréntesis del silencio, un velo de silencio que nos obliga a sentir que no hay lugar común real – al menos en palabras – nos obliga a transmitir en silencio, porque sólo en silencio podemos transmitir nuestro modo real de ser, aquello sobre lo que no se puede hablar porque no hay lugar común. Aquello que nos hace porque nos separa. Aquello que separa porque resulta que somos. Aquello que nos separa, que nos hace guardar silencio y nos obliga a transmitir desde nuestro modo particular de ser, que es el único modo en que en realidad podemos ser (y por tanto el único modo en que podemos transmitir), y saber eso (lo de la particularidad esencial) de uno mismo y sospecharlo de otro, bueno, es cosa que en silencio nos puede hacer sonreír.
Y si transmitimos una sonrisa y se nos pregunta a qué se debe, bueno, dejamos de sonreír y buscamos un agradable lugar común.
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Texto agregado el 20-03-2006, y leído por 96
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