Un joven de aproximadamente 30 años despierta desnudo en forma fetal con sus brazos a la espalda en una habitación amplia y un techo altísimo. El piso esta cubierto de mosaicos rojos y negros intercalados, con dibujos tribales y caracteres irreconocibles. El hombre abre los ojos lentamente, e intenta levantarse cuando pega un quejido, y mira hacia atrás y advierte que sus manos están ligadas por un alambre de púa grueso, y sus brazos están cubiertos por sangre. Desde el piso el hombre mira alrededor de la habitación, advirtiendo que en ninguna pared existe alguna puerta. En los rincones superiores de la habitación, unas gárgolas de cemento parecen mirarlo. La poca iluminación de la sala, proviene de una precaria araña oxidada que cuelga del techo y porta velas que pareciera, están allí hace varias horas. El hombre rodea con su mirada la habitación una vez más y se estremece al advertir a sus espaldas a una criatura con forma y rasgos humanos que antes no estaba allí. La criatura viste zapatos de tacos altos y filosos de mujer, pantalones de cuero negros, una camisa negra y un inmenso moño rojo de raso. Tiene un trasero deformemente grande, cara larga, nariz respingona, ojos grandes y redondos pero completamente blancos. Su pelo es rojo, largo y lacio. La criatura comienza a caminar haciendo resonar el sonido de sus tacos contra el piso y cuando llega al hombre lo punza fuertemente con uno de sus tacos en el riñón. El hombre se retuerce y libera una lágrima de sangre.
La criatura grita con voz ronca:
¡Expediente!
Y una bandeja de acrílico rojo con un broche que sujeta algunas hojas cae desde arriba misteriosamente. La bandeja cae a los pies de la criatura, quien se agacha torpemente y la agarra y pareciera que la lee. Comienza a balbucear en voz baja: Benjamín Ponte… 32 años… se suicidó… bla bla bla.
Patea al hombre en la espalda levemente, y el hombre contorsionándose voltea a observar a la criatura con cara de pánico.
La criatura comienza hablar: Bien… ya debes saber de que se trata…: “Jesús vendrá en su gloria separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de las cabras. Pondrá las ovejas a su derecha, y las cabras a su izquierda... E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna” Dice la criatura en tono burlón.
Tú eres una cabra, esta es tu condena, y yo, por si eres tan tonto como para no darte cuenta, soy el Demonio, Lucifer, Satán, etcétera. Sonríe irónicamente frotando sus manos.
El hombre ya no tiembla, ni gime, y mira intrigado a la criatura. Un monitor cae desde arriba. Es el monitor de un marcapaso funcionando, haciendo sonar un beep chillón de a pequeños ratos.
¿Ves esto? Pregunta la criatura señalando con su dedo índice.
Benjamín afirma con su cabeza lentamente.
Bueno, esto es el monitor de un marcapasos. De hecho, es el monitor de TU marcapasos. En estos momentos te encuentras internado en el hospital Ramos Mejía, en una habitación junto a otros dos pacientes, que se encuentran en estado de coma igual que tú. Extrañamente, tuviste alguna convulsión, y caíste en un estado de inconciencia, seguramente permanezcas así durante varios años hasta morirte. Ya debes saber por qué estás aquí: Embarazaste a una menor y no pensabas hacerte cargo, y te suicidaste. Esto a nuestro vecino no le gusta, y claro, te envío aquí. No siempre perdona como todos dicen. En fin. Dice el demonio suspirando.
La idea sería que lleguemos a un acuerdo. Tarde o temprano tu alma me corresponde a mí, pero para ello tengo que esperar a que mueras. Por lo que prefiero temprano. Entonces tú debes tomar una decisión: mueres ahora y me quedo con tu alma, o mueres en algunos años y me quedo con tu alma.
Bejamín mira incomprendido al Demonio, y queda en silencio.
Bien, si no tienes nada que decir tu alma es mía, dice el demonio volteando y marchándose hacia una de las paredes. Pero lo interrumpe un grito suave de Benjamín que dice: no. Espera a que me muera.
El demonio voltea enfurecido, y frunce el ceño, señala al hombre y grita ferozmente:
Maldito ególatra me escucharás, tengo miles de almas en sala de espera y no me harás perder tiempo, tu alma será mía, y de nada sirve que esperes a morirte, considerando que tus posibilidades de sobrevivir son nulas. Por eso duda de lo que estas diciendo porque lluvias como ésta se repetirán sin compasión sobre tu débil cuerpo.
El demonio señala el techo, el suelo comienza a temblar, y una lluvia de brasas, chispas, y fuego, caen sobre el hombre quien grita desconsolado. El demonio grita de vuelta señalando al hombre: Esto no es como en las idiotas películas de Hollywood que habrás visto alguna vez, no te haré ninguna oferta, y no te ofreceré más que martirio, dolor y sufrimiento en mi reino. Por lo tanto, no trates de negociar conmigo.
El demonio comienza a calmar su estado colérico y escupe sangre sobre el rostro de Benjamín, que aún sigue en el suelo, llorando sangre, y mirando su desnudo cuerpo, ahora rojizo y lleno de ronchas y ampollas.
Benjamín agita su rostro con asco, y mira desafiante al demonio:
Mi alma me corresponde, si es lo que tú de verdad quieres, espera.
El suelo comienza a temblar, y a lo lejos se escucha la voz de un anciano gritando lánguidamente:
Vamos levanten, levanten.
El suelo comienza a temblar, y una de las paredes comienza a derrumbarse, una pequeña grúa demoledora comienza a abrirse paso por un agujero que hizo en la pared. El resto de las paredes comienzan a caerse, Benjamín advierte que sus manos fueron mágicamente liberadas, y la sangre ya no esta. Sus heridas comienzan a cerrarse. La criatura que parecía ser el demonio, saca un alfiler de uno de sus bolsillos, pincha sus glúteos que explotan abruptamente como globos, frota sus ojos con sus manos y extrae dos lentes de contacto, haciendo ver dos brillantes ojos celestes, manosea su cabeza hasta quitarse el pelo, o mejor dicho, la peluca.
Entre los escombros se asoma un anciano bajito, su rostro se encuentra casi en su totalidad cubierto por su barba y su cabello blanco como la nieve. El anciano se quita sus anteojos y observa a Benjamín y grita: ¡Terminamos! ¡Quiten los efectos especiales y vuelvan la iluminación a su estado natural, y alguien que vaya a limpiar el piso que esta cubierto de ceniza por favor!
El anciano hace un pausa, y le habla a Benjamín: Este fue tu purgatorio. No creía que lo vayas a superar, me sorprendiste muchachito. Estás un poco aturdido ahora, pero bueno, ya tendremos oportunidad de hablar.
Benjamín sonríe entrecerrando los ojos y mirando al anciano extrañado: ¿Dios? ¿Perdona estas cosas? ¿Un suicidio?
El anciano ríe: No te suicidaste muchacho, moriste de un ataque cardíaco. No se que te habrá ocurrido allí abajo para que te des semejante susto. Pero bien, moriste de eso. Tu corazón se paró. Ahora ven, luego habrá tiempo de preguntas pero ahora acompáñame que tu abuela te está esperando hace mucho tiempo y quiere recibirte.