Y entonces si sientes que te estás muriendo de verdad y que lo único que te falta es verte lo huesos y ya casi los ves te vas a dormir y cierras los ojos y botas toda la respiración y en el primer sueño en el que caigas si caes en la hamaca también cierra los ojos y botas toda la respiración hasta el próximo sueño en el que caigas al lado de un tambor y también botas ojos y cierras la respiración hasta que no te quede tierra en la que caer ni cuerpo en el que morir

Entonces espera la niebla como vestido de seda blanca y pantanos de otros paisajes de donde nació la luna por primera vez en la segunda gota de olvido y no abras los ojos, no es por los ojos, transforma tus orejas en tus ojos y tu piel en oídos y entonces pestañea con todo tu cuerpo y entonces comprueba que aullar es lo único que puedes hacer y antes de ponerte a pensar comienza a correr hasta que gustosamente hayas dejado atrás tu último pensamiento y adquieras un nuevo querer (… más allá, a veces mucho más allá, también habrá otra muerte. Y otra muerte. Y otra muy distinta muerte más.)