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Caracas es como una herida sobre el mapa por los ojos que observan desde el cielo. en los días despejados si se mira hacia arriba a veces se ve un destello blanco brillar como un enojo vuelto pintura poema o canción de un golpe que te tumba y por radiación de explosión que te arrasa la conciencia en un instante te reconoces a ti mismo como un muerto más. Te das cuenta eventualmente poco a poco que cinco de cada cien de sus habitantes te sonríen o te lanzan miradas cómplices cuando caminas estupefacto por doquier cuando no tienes nada que hacer porque lo has abandonado todo porque eres un muerto más víctima de los destellos que te tumban desde el cielo y te arrasan tu conciencia viva como una explosión nuclear. En medio de la herida hay una llaga supurante que divide la ciudad en dos y que a veces sirve para arrojar cadáveres que flotan en su curso y que es imposible saber a dónde van a parar porque a veces se hunden como si hubiesen finalmente tomado un ascensor en descenso como esos chicos guapos que salen de la oficina mamados después de haberen sido explotados sin explosiones dignas de mención después de las seis. Bordeando la ciudad hay una costra horrorosa que a veces da la impresión de que no desea dejar de crecer y que marca el límite de esta horrorosa infección, la llaga que divide al infección a veces se los lleva según opinión de algunos no en suficiente cantidad. Hay intentos de remedio, pequeñas curitas que más que sangrar parecieran no querer más que mal adornar y por eso suscitan una rabia sulfurante como la que produce la duda entre lo verdadero y lo falso, lo correcto y lo incorrecto, lo que está bien o está mal, lo que está bien pero luce mal o lo que está mal pero luce bien. Ruedan destellos en la carne sangre infección infecta infectada desde hace siglos de anterioridad hasta hallarse uno en el instante presente destellando tambores de anterioridad como indígenas que brotan de la tierra apoderándose de nuestros cuerpos borrando la ceguera de lo que pasó dando lugar a la locura de sentir lo que pasó en un acto de conciencia inyectado desde afuera por un Dios sin patria malparido en propia piel. |
Texto agregado el 20-03-2006, y leído por 93 visitantes. (0 votos)
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