la sustancia en toda la expresión, nosotros como objeto de la sustancia no como parte de la sustancia.
El mal como parte del objeto de la sustancia, que sólo se concibe a través de la normativa del semejante más no de la del ser como objeto de la sustancia.
Todo está creado a la imagen y perfección de la sustancia que es perfecta, pero puede llegar a ser “imperfecta” y hasta “mala” al ser juzgada o manipulada a la imagen semejanza y necesidades del objeto creación absoluta de la sustancia.

El mal aparece en realidad hasta que el objeto le da forma a su manera de aquello que fue creado para un fin en particular y no se convierte en mal hasta que se le da una interpretación por parte del objeto en base a sus necesidades, conceptos y preceptos de su entorno y su propia idiosincrasia.

Todo es bueno, todo es creado con la bondad y gracias a la omnipotencia de la sustancia, todo es bueno a su nivel hasta que es juzgado o interpretado por el objeto que a su vez es ser al contemplar a su semejante el objeto que se convierte en ser al ver al objeto ante los ojos de los demás seres que formarán parte a su vez de miles más de objetos a las mirada de otros miles de seres, todos pertenecientes al mismo reino de la sustancia y es hasta cuando esto se comprenda verdaderamente que se le dará valor a la sustancia creadora de objetos que a su vez estos se transformarán en seres al poder observar al objeto como semejante y parte del mismo reino sustancial.