El blanco puro de las traviezas nubes
se perdia lentamente entre el azul del cielo.
ella estaba ahi y hacia que ese el momento fuera perfecto,
logró la sincronia entre su vestido naranja, su rojo cabello y la gris banca donde a él lo esperaba.
las siete golondrinas que hacian impecables acrobacias frente a sus ojos cafès,
flotaban libres en el viento,
el ladrar de los perros, el maullido de los gatos, el canto de los pajaros,
todo por primera vez en la historia de la humanidad tenía ritmo angelical,
era de alguna extraña manera el sonido mas hermoso jamas escuchado,
pues ella, con su presencia lo convertía todo en luz y equilibrio.
impaciente aguardaba por él
tenía todo listo para su regreso,
solo podía pensar en como sería ese magico momento.
mientras tanto el tiempo pasaba,
su risado cabello se mecia levemente con la suave brisa que llegaba desde las triangulares montañas, cargada de un leve pero dulce olor a eucalipto.
De repente y sin avisos la luz dorada de sus mejillas cesó en su resplendor,
pues pronto oscureció
y una bolita blanca se posó sobre su joven existencia.
el segundo llegó al minuto,
el minuto formó las horas,
las horas llamaron a la paciencia,
la paciencia al desespero,
el desespero al llanto,
el llanto a la tristeza,
la tristeza al dolor,
el dolor a su muerte y su muerte a la esperanza.
de la esperanza nace la luz,
de la luz era ella,
y de ella, de su rojo cabello, su vestido naranja y su luz de esperanza se creó el amanecer.
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