Tiempo, me falta tiempo, hoy tenía ganas de escribirte algo, pero no tengo lugar temporalmente hablando. Además me apetecía cenar en casa. Así que:
Lo siento, esto es lo que me ha salido
Se cuece pasta, a poder ser algo menuda; farfalle es lo que utilizo yo; pero podría servir campanelle o cavatappi; incluso Fusilli si no son grandes. Para mi gusto ditalini es demasiado menudo. Por supuesto descartar conchiglie y penne; (en este punto recomiendo a los malpensados que acudan a un diccionario Italiano, los hay muy buenos on line).
Entre tanto se hace un sofrito: se calienta aceite, no demasiado; se añade cebolla cortada muy fina, hoy también ajo porque no estas. Cuando el color me empieza a recordar al tono de tu piel, se añade pimiento, normalmente verde, también cortado fino… y al final casi, tomate troceado en el tamaño de un dado, como las yemas de tus dedos. Mi madre hubiese añadido cilantro, pero a mi no me convence, enmascara demasiado otros sabores. Ya se sabe: bueno el cilantro, pero no tanto; por algo será…Al final con todo bien ligado, la sal y pelín de azúcar.
Previamente se tendrán que haber sacado de sus conchas unos mejillones. Dándoles una cocción menos que ligera, lo justo para que se abran. Ya sé que te dan pena, pero no son más que mejillones, con todos mis respetos. También unas almejas lo mas grandes posibles, a las que se someterá a otra leve cocción y luego a una minuciosa separación de sus veneras. Es importante guardar el agua de la cocción de las almejas, porque será el caldo donde pongamos al dente la pasta. Lo siento, no te gusta; pero sigo probando el punto lanzando un-a farfalle contra el azulejo de la cocina.
Hoy incluso utilicé ese mismo caldo hirviente para darle un corto transito a unas gambas. Las gambas deben ser de buen tamaño, de las que te gustan tomando el vermú... y nada de langostinos…a mucho apurarse unos gambones, pero no es recomendable.
Habremos también de haber dado un hervor, algo más dilatado, a unas judías verdes, unos ajetes y unos espárragos, trigueros por supuesto.
Y por fin, el último paso, todo a mi sartén, a la grandota, a la que te hace tanta gracia. Allí salteamos durante cinco minutos a lo más, no hay que añadir aceite; el que lleva el sofrito ya sobra; chorreoncito generoso de vino blanco, cualquier cosecha joven… y a servir.
Mantel y servilletas de hilo en el salón. También un Macabeo, cosecha tardía del dos mil uno. Me salió de muerte la cena hoy, solo me ha faltado...pues ya lo sabes, tú.
|