Brisa.
De suave brisa que al amanecer desplanta,
Las suaves caricias de tu almohada,
en reposo tus pieles estas humectadas,
de aromas que al amanecer ahogan,
Alaridos que se que son de tus lagrimas escurridas
sobre las mejillas que al amanecer son secadas
sobre tus ojos, de océano majestuoso,
impone su alborada, dejadme entrar en tu espíritu,
el cual corrompido solo por tus sueños es almohada de mis
pieles, dejadme entrar en tu alma,
para poder cabalgar como un jinete apocalíptico,
en tu piel aterciopelada.
De suave brisa,
dejada tras la tormenta agotada
Que con fuerza descargada abatió
su cabeza sobre el lecho de su amada
Déjame entrar bien amada,
que suave se desliza
Mi tibieza en tus pieles de alborada.
Déjame entreabierta la puerta de tu alma,
Solo así podré mostrarte,
mi compungida tristeza por tu ausencia lejana,
por tu partida sin anuncio de regreso.
De suave brisa de mañana, soy yo contigo;
mis suspiros son mis caricias
las cuales dejo que a tus ojos lleguen,
En miradas que contemplan,
las hermosas noches de tu cabello atizado
Por el viento que despliega tus aromas de mañana.
De suave brisa que atraviesa la luz de tu mirada
Que despliega los colores brillantes
De arco iris de tardes de lluvia sin sol de la mañana.
De luz que me ilumina cada que tu me miras,
Junto a tu almohada, cada que tu me miras,
Cerca de tu espejo rodeando tu espalda,
de piel de terciopelo,
son tus caricias las cuales hoy me destierran,
por ser hijo del olvido del que tu me allanas.
Son los suspiros que provocan mi bien amada
Los suspiros que tus manos ahogan
Cada que tu me tocas,
de suave terciopelo son las pieles de tu espalda,
la cual recorro con luz y sin ella
que divina me envuelve tras tu llegada.
Y que triste quedo tras la mañana.
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