Tu sonrisa, se oculta en tu miedo, vaga, sensible, a toda caricia fugaz que mis traviesas manos no pueden reprimir, me deje llevar por mi pulso excitado, tu lo reflejabas bajando el rostro, era perfecto el tiempo, las pupilas encendidas por el brillo sensual que exhalaban los cuerpos, tu sexo fue evidente, la lujuria nos empujaba cada vez en ese mar de hormonas flamables.
Mi osadía, alimentaba al heroísmo del momento, de tomarla, besar, hacerle sentir su feminidad, sus pezones hablaban a través de la franela, sus caderas palpitaban al rose del deseo. La naturaleza se hace expresar, a hora todo el lenguaje es simbólico es espejo del otro que nos observa fundir las almas en medio de la nada.
Su cuerpo duerme eternamente en mi hombro cuando el astro rey queme la epidermis.
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