las paredes me tragan completa
(si he desaparecido era
para que me olvidaras
porque esto no es mi sangre,
no es mi sangre, rojo y débil
desarraigado y perdido entre
los miles de capilares y venas
que corren por este cuerpo)
y aquí me tienes
vestida con el latex intoxicante
de la pintura más cara que has podido conseguir
mi cuerpo camuflageado entre las paredes
que aprientan mis pulmones
(ahora me esconderé detrás de un cuadro cualquiera)

desde la esquina puedo ver mi reflejo
desfigurado por el retrovisor
amarrada y despeinada
escucho tus gritos
gemidos
lamentaciones
retórica
(por un momento no entiendo nada
de palabras, este lenguaje desconocido
que sale letra por letra de tu boca
como humo gris y nebuloso)
te has quedado sin respiración
tus balbuceos inesperados
el tiempo inflado
el dolor momentáneo
tu cara hinchada
las lagrimas, mis lagrimas, mis lagrimas
(que no era nada, que no era nada, nada)

el pasado nunca volverá
entre los pasos diminutos de
mi niñez, extraviada entre sueños
que jamás se cumplirán
(aquella cosa que nunca fuistes tú)
y ahora aquí nos quedamos
como el remanente del café frío
que dejastes sobre la mesa
tu taza olvidada
(porque solo quedan las heridas
y los recuerdos
lo que no dije
lo que no hicistes
lo que no distes
los deseos
la inociencia que nunca regresará
las intenciones perdidas
el dolor, el dolor, el dolor)
y estas lesiones agrietadas
despegadas y pegadas
de miles de maneras, maneras de miles
absorben la vida que me queda
una muerte probable
agarrada del último hilo que
me envuelve...