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Inicio / Cuenteros Locales / funebrero / Espero que no se despierte...

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- Qué lindo el perrito que me regalaste, papi…-
- Te gusta, mi amor..?-
- Si, me gusta. Lo voy a cuidar mucho y lo voy a querer mucho… Decime pa, no sabés cuántos años viven estos perritos..?-
Se le cambio la cara de golpe a don Atanor. Justo tenía que preguntar eso.
Estaba tan feliz viendo feliz a su hijita, en esa colorida plaza, jugueteando con su perrito…
Cómo decirle la verdad..?
Fue muy directo.
- Es que…, en realidad todos vamos a vivir poco…
- Me tenés que ayudar a ponerle nombre al perrito, porque…, pero, cómo..? Qué fue lo que dijiste pa..?
Atanor sentía una gran opresión en el pecho.
No sólo al perrito. No sólo a ellos dos. A toda esa gente, que en ese momento transitaba por la plaza, le quedaban los minutos contados. Y eso en el mejor de los casos. Porque en vez de minutos podrían también ser segundos.
En realidad a todos no. Entre toda esa gente que los rodeaba, algunos remontando un barrilete, otros comiendo panchos del carrito del viejito pelado de barba, otros jugando con una desvencijada pelota y hasta una parejita besándose, Atanor pudo divisar a don Fune.
El era el único que no tenía sus minutos contados.
Pili lo sacó de sus pensamientos.
- Papi, qué fue lo que me dijiste..?-
- Mirá mi amor. No tiene sentido ninguno que te lo oculte. La verdad es que nosotros no tenemos una existencia real.
Pili estaba muy ocupada atendiendo a su perrito, no sea cosa que se le escape, era tan cachorrito..!
- Vení para acá Rulito, no te alejes..! Pero, papi, qué es lo que estás diciendo..?
- Veo que sos rápida para ponerle nombre al perro…-
- Si papá, se llamará Rulito, pero que fue lo que dijiste..?-
- Mirá Pili, ves a ese hombre que viene por la vereda de enfrente con boina negra?, bueno a ese señor le llaman Funebrero, don Fune, para ser más familiar.
- Y..?
- Bueno, así como lo ves en este momento ese señor está dormido.-
- Ay, papi..!, ya soy grandecita. Vos mismo me dijiste que cuando fuera más grande me regalarías un perrito. Si el Fune ese está caminando y ahora está mirando esa vidriera llena de espejos, cómo va a estar durmiendo..?-
- Esto es muy usual que ocurra, mi amor. Don Fune está dormido. Profundamente dormido. Y te digo más, está soñando.-
- ¿….?-
- Y sabés con quién está soñando..?-
- No.-
- Está soñando con nosotros. Toda esa gente que ves ahí, el viejito que vende panchos, el perrito, vos y yo, todos, somos personajes de su sueño. En todo caso no deja de ser una forma de vivir, pero es gracias a ese sueño.–
Atanor veía al perrito, desde ahora Rulito, ir y venir, y sentía que la opresión en el pecho aumentaba. Y más cuando vió que a Pili se le derramaban algunas lágrimas.
- Papi, ya soy grande. Las cosas las entiendo. Vos me estás diciendo que cuando don Fune se despierte Rulito y yo vamos a morir..?
- No es exactamente morir, Pili. Así como aparecimos, vamos a desaparecer. Eso es todo.
- Eso es todo…, eso es todo, te parece poco..? Papito querido…, por favor hablá con ese tal don Fune. Mirá, se está acercando.-
En efecto, don Fune se había detenido precisamente en el carrito del viejito pelado de barba para pedir un pancho.
- Eh…, don Fune, perdón, este… podría hablar un segundito con usted..?-
- Cómo sabe mi nombre, señor..?-
- Sabe que ocurre, es que no se por qué, pero yo esta situación la tengo muy clara, se la conté a mi hijita, y claro…, se puso muy mal. Está tan contenta con su perrito.
- Qué situación..?, yo puedo ayudar en algo..?
- Mire, Fune, usted está profundamente dormido y está soñando con nosotros. En cuanto se despierte, todos desapareceremos. Y bueno…, yo ya tengo asumido que nuestra existencia es virtual, pero mírela a Pili, pobrecita.
- Repito, qué puedo hacer yo..?
- No mucho en realidad, sino tratar de no despertarse, en lo inmediato claro, tratar de dormir lo más que fuera posible. Los sueños no duran más que unos minutos en tiempo real, pero en el mundo de los sueños, el tiempo es distinto, mucho más largo. Cuánto, por ejemplo, cree usted que hace que está paseando por esta plaza..?-
- Un buen rato, creo…-
- No, ve..? Sin embargo hace sólo unos pocos minutos que comenzó a soñar.-
- Es que a mí también me gusta el sueño que estoy teniendo, no crea que me gustaría despertarme. Pero todo depende de que no se golpee alguna puerta de la casa, o que no pase ninguna ambulancia por la calle, que se yo…-
Pili habría desmesuradamente sus hermosos ojos negros.
- Papá, la vida de Rulito, la tuya la mía, dependen de que en la casa del señor no se golpee ninguna puerta..?
Ya había comenzado a llorar…
- No te pongas así…, no me hagas esto…, ya te dije que en realidad no estamos viviendo de manera real. Disfrutá de tu perrito mientras puedas, mi amor…-
- Cómo es su nombre, señor?-, interrumpió don Fune.
- Atanor.-
- Usted sabe don Atanor, que me llamó la atención ahí en la vidriera de los espejos, por que estuve enfrente de unos cuantos, pero en ninguno me vi reflejado…, será por esto que usted dice?
- Y por supuesto. Un espejo solamente refleja la imagen de algo real. Nunca va a reflejar la imagen de algo virtual, como somos nosotros. Nunca nadie que esté soñando se va a ver reflejado en un espejo. Y al menos ahora y aquí, usted es tan virtual como nosotros.-

El tiempo no es el mismo en el mundo real que en el mundo de los sueños.
Uno ya sabe unas fracciones de segundo antes de que el despertador suene, que el despertador va a sonar.
Esas fracciones de segundo pueden ser minutos en el mundo de los sueños.
Esos minutos le bastaron a don Fune para ver a Atanor y a Pili abrazados ahora llorando los dos. Sabían que el tiempo se les estaba acabando.
Y al perrito raspando con sus patitas delanteras el vaquero de Atanor como diciendo, “y yo qué..?”

“ Y con el estado del tiempo damos por finalizado el boletín de las siete y treinta.
Auspició Microsur, su empresa de transporte.
Siga en la compañía de LT 10, Radio Universidad Nacional del Litoral…”
Todos los días, menos sábado y domingo, Fune se despertaba con la radio sintonizada en LT 10.
Solo que esta vez se quedó, algo pensativo, un ratito más en la cama.
- Dormiste bien querido..?, porque a mí no me cayó bien el surubí ese que comimos anoche.-
- Sí dormí bien. Sólo que tuve un sueño medio raro de un señor que le regalaba un perrito a su hijita, aquí en la Plaza del Teatro.
Llegó al espejo del baño muy desalineado, con los cabellos parados, barbudo y ojeroso. Bah, como siempre.
Sólo que esta vez se alegró de ver que su rostro sí se reflejaba en el espejo.

Texto agregado el 18-03-2006, y leído por 224 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
08-04-2006 Excelente texto. Un juego donde lo irreal confirma lo real. Te felicito. peco
03-04-2006 MUY BUEN RELATO SERIA ACASO ALGO PARECIDO LO QUE AMI ME SUCEDIO EN MI RELATO ANTERIOR? solitario48
19-03-2006 Un relato muy tierno y original. Menos mal que los que escribimos, de alguna manera resucitamos a esos personajes entrañables. margarita-zamudio
18-03-2006 Estupendo!!!!***** Ciiara
18-03-2006 que imaginacion buen cuento***** eslavida
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