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MARIPOSAS


I

¡Sácame de aquí!, estoy harta de esto- era la frase favorita de Julia de pie junto al sillón de Marcus, para cerrar sus discusiones de asuntos varios. Él, como si nada, leía el periódico, satisfecho del infantil disgusto que seguramente había ocasionado a su frenética amante.

Una y otra vez, con más insistencia se presentaba la escena. Sin embargo, un viernes cualquiera, Julia no volvió a gritar y Marcus no leyó el periódico en el cómodo sillón.

II.

Caminaba de un lado a otro tratando de hallar calma en el recorrido que hacia, cada vez con más insistencia sobre sus pasos. Así estuvo aproximadamente un cuarto de hora, tratando de entender las absurdas circunstancias que estaba protagonizando.

Se sentó en una silla de madera tapizada y mullida; más que sentarse se hundía allí mismo sin poder dejar de pensar en Julia.

Toda la atmósfera que le rodeaba desde muchos años atrás estaba empapada de ella, no había lugar en la tierra ni en su cabeza que no le hubiera pertenecido.

Mientras pensaba con los ojos cerrados, le parecía verla vaporosa y ligera, casi bailaba su esbelta figura en medio de la habitación.

Quería tocarla, pero temía que esa fantasmagórica imagen se desvaneciera al tratar de hacerla real a sus sentidos. Era suficiente el dolor que experimentaba por su perdida como para perderla de nuevo.

- ¡Sus labios de intenso carmesí!... ¡Sus labios de intenso carmesí!

Eso era lo único que repetía una y otra vez como una idea fija que le rasgaba las entrañas.

III.

Cuando Antonia se acercó a la puerta, pudo escuchar la respiración casi imperceptible, profunda y dolorosa de su inconsolable hermano.

Intentó hacerse invisible para no interrumpir su ensimismamiento, casi desaparecía, mientras él seguía postrado con el rostro pálido, lacónico, con la mirada perdida observando su ilusión.

- …que cuarto tan oscuro- pensó ella- …jamás había estado en medio de tanta penumbra.
-
De repente, la luz blanca de los rayos proyectados por la luna atravesando el ventanal descubrieron su presencia.

- ¿ Te preocupa?- Musitó él en tono sereno, casi mudo - … no hay de que… Me siento bien, algo solo, pero bien, algo pobre, algo triste…pero bien… ¿Ves algo?- Preguntó.
- No… que esperas allí sentado?- susurro Antonia

Marcus giró la cabeza hacía donde ella se encontraba. Desde allí, Antonia apenas podía ver la frente blanca y los brillantes y suplicantes ojos , junto con el movimiento de los delineados labios del sepultado hombre.

- Espero algo de luz, que venga el día por mi mientras miro a través de esa ventana…me gusta perderme en el horizonte y deslizarme sin cesar en esta ensoñación… Esta luz es tenue, es luz, no muy clara pero me gusta, me recuerda una caminata de nuestra edad pequeña.

Temerosa, Antonia intentó acercarse a la silla en la que yacía Marcus. Deseaba abrazar sus manos delgadas, sin embargo se detuvo pues temía a la reacción de su hermano si la sentía demasiado cerca.

- ¿Te grada el recuerdo de nuestra infancia?. – preguntó ilusionada con cambiar de tema o su tristeza cuando menos.
- Sí. El corazón latía entonces a un ritmo constante. No me perturbaba casi nada. Aun puedo ver desde aquí un manantial claro y azul…mira… cuantas aves y mariposas - hizo un gesto con las manos intentando atrapar algo en el aire - …atrape una… No me gustan las mariposas libres , siempre las he querido para mi.

Siguiendo esa misma línea de incoherencias respecto de las cuales el parecía no percatarse y de las que ella no quería sacarle, continuó el dialogo con su exacerbada imaginación:

- ¿No crees que perderían su encanto natural y la sutileza de sus formas? ¿Cómo puedes querer una cosa que no es ella misma? Sólo en su estado natural las cosas son lo que tienes que ser , no pueden serlo de otro modo.

Algo molesto y confundido repuso: - ¡quiero verlas en las mañanas, ahora que estoy solo necesito verlas en las mañanas!.

-… ¡En esta habitación oscura morirán marcus! , ¿ no lo ves?

IV…

Los dos primeros días luego de la “huida”, para Julia fueron insoportables. Se levantaba, pero era mejor para ella seguir dormida, la realidad jamás había sido tan pesada y dura, es decir, jamás se había sentido tan real, jamás fue tan real.

Se miro en un espejo y se vio en él. …,- ahora después de tanto tiempo vuelvo a mirar mi reflejo y en verdad me veo.- se dijo a si misma.

Vio su dolor, su vida y sueños, que era y cuanto había perdido, observó que quería ser, lo que seria y lo mucho que deseaba vivir a pesar de que la muerte era un invitado permanente en sus pensamientos.

Luego de eso luchó con todo para no dejarse aplastar. Pasó por una selva llena de espinas y se enfrento a si misma en la mitad de un árido desierto; cuando ya no podía, decidió empezar a respirar…ahora en verdad podía respirar.

V
Se encontraba sentada en su habitación fumando y pensando en sus quehaceres diarios, tenía un poco de pereza de moverse de la silla que tan cómoda le resultaba. En su mente brincaba de una idea a otra mientras decidía a donde ir ese día. La rutina enemiga de la imaginación se había apoderado de la distraída julia, pensaba en las cosas mas entupidas ese , hablaba sola, y se reía sin saber de que se trataba. Luego de estar algo más de media hora en ese estupor, se levantó de la silla y recordó lo que tenía que hacer…

El humo del cigarrillo se esparcía por la habitación, ahogando lentamente el ambiente en la densidad del aire que deambulada por allí. Empezó a escribir. Para entonces las palabras, las excusas, los motivos, todo aquello era demasiado confuso para articularlo en estricto orden, aunque pensaba que era mejor empezar por preguntas e informaciones cotidianas, tal vez empezaría con un “ ¿Cómo estas?”, “¿Qué tal el invierno?”, “¡Aquí dejó de llover hace poco! “, etc,. Si, eso era lo mejor.
La diplomacia podía salvarla una vez que Marcus comenzara a leer la carta, puesto que si iba directamente al grano probablemente no la terminaría de leer.

Apagó el décimo quinto cigarrillo en el sucio cenicero, finalmente se decidió a escribir :
“ Marcus: espero que te encuentres bien. ¿ Que tal el invierno?. Por aquí dejo de llover hace poco, pero fue un mes horrible, aunque no se compara con ese horroroso invierno en el que te encuentras…

… no, esto no va a funcionar… tendrás que disculparme, pero no puedo ser tan frívola aunque quisiera serlo, no podemos obviar el motivo de estas líneas, así estemos a kilómetros de distancia, lo mejor es que hable claro y evite el tedio que producen los detalles irrelevantes…

Es probable que no desees hablar conmigo, yo tampoco estaba preparada pero aun te debo una última explicación…

…El espejo roto, el armario vacío, y el dinero que falta en tus bolsillos, te informaron de mi ausencia, tan repentina como todo lo que acompaño nuestra vida en estos últimos años… estarás pensando que simplemente decidí irme un día así nada mas; fue mas que eso, huida es el verdadero significado de mi abandono. Escapé de esa mentira nuestra que nos acostumbramos a vivir. Si bien nacemos y vivimos en una inmensa cárcel, cada día era menos libre dentro de ella, gracias a ti.

Lo mas intimo que teníamos tu y yo era un triste beso, tu nunca me viste y yo... hasta ahora me percato de quien eres… si, era lo mas intimo, porque hasta que te conocí creí que mi desnudez o la tuya sería nuestro punto de compenetración y nuestra libertad…pensé que una vez que tu manos estuvieran sobre mi y tus labios cerrando mi boca, entonces seriamos uno solo… me equivoque , descubrí que no compartimos lo mas privado de nosotros, y me vi. encerrada en ti, …esa mañana me besaste y luego pensé en lo sola y apartada que estaba de todo, nuestra falsa pasión no pudo satisfacer nada de lo que espere… sobre todo de mi…en fin

No se si te quería como quise quererte, pero se que tu no me quisiste como yo deseaba que me quisieras… fuera de ti. Y mi orgullo arrastrado por mis intensos deseos y esperanzas aun murmura en las noches, entre sueño y sueño.

¿Acaso valía tan poco para ti que me negaste la única oportunidad que tenia de ser feliz?, tanto miedo tenías de mi y de ti, que te perdiste de un buen camino….no era perfecta para cumplir tu sueño rosa…fui demasiado real como para que me soñaras, demasiado humana para amarte según tu justa medida, y por eso me encerraste.

Ese fue tu error; el mío?... creerte posible, esculpirte, agarrarme de tu humanidad, mostrarte la mía, desearte al vació… condensarte en mi tiempo…

Ya no es hora de mas reproches…disfrutemos de esta voluntaria condena…”

Luego, dejó de escribir. Julia no creía que él pudiera entender lo que quería decir pero le daba igual, ya no estaba con él y eso era lo que importaba.


VI

No se habló de la carta, ni de Julia en casa de Marcus. Con el tiempo todos, incluyendo Antonia, procuraron olvidar el asunto; ella se esforzaba más que nadie en alejar ciertas ideas oscuras que de cuando en cuando se escapaban de las conversaciones que sostenía con su hermano, por lo demás Marcus actuaba con una tranquilidad semi enfermiza, casi entupida, que consideraron conveniente conservar a toda costa , sin notar que a su vez ocultaba, una idea fija en su cabeza.

Cada noche para Marcus era una constante espera, con la carta en la mano la acercaba tiernamente a su rostro esperando que le manifestara algo, tenía la seguridad de que allí había algo más allá de su comprensión; pero su fantasía le traicionaba y sus últimos esfuerzo sólo eran vanas esperanzas para que ella volviera, ya no sabia que era real o que era un simple sueño, pues no distinguía en la plenitud de su oscuridad en que momento dormía y cuando despertaba.

En ese estado de falsas percepciones, innumerables veces creyó soñar estar en una iglesia de rodillas pretendiendo rezar por su alma, sin embargo, una suave voz proveniente de un pequeño capullo le interrumpía en su plegaria; la molesta oruga repetía sin cesar: “aun puedo vivir hoy “ solo déjame ir, necesito una oportunidad para empezar de nuevo. Marcus percibía en la extraña oruga cierta melancolía por no ser mariposa y el sufrimiento de no poder volar.

Una de esas mórbidas noches en las que rendía tributo a la ausente julia, en un repentino sueño, apareció la frenética amante en el umbral de la puerta de la iglesia de su recurrente sueño. De forma intermitente, la veía avanzar hacia él, mientras la oruga del banco de la iglesia en el que solía sentarse gritaba desesperadamente su interminable frase intentando salir de su capullo. Se sintió sediento, sofocado, y decidió hacer algo con el asqueroso insecto que perturbaba su dinámica ilusión.

VII

Antonia no volvió a ver a su hermano después de esa extraña noche. Pasó todo el invierno, pensando en estas cosas, tratando de ver el mundo a través de otros cristales, como si tal cosa fuera suficiente para avanzar. A decir verdad no se había movido mucho por esos días, aunque su cansancio y pesar le hicieran creer lo contrario. Seguía dando vueltas sobre el mismo punto, pensaba en él, pensaba en el gato que estaba sentado junto a ella y en aquel amarillista informe policial que daba cuenta en el periódico local de la extravagante noticia: en uno de los bancos de cierta iglesia, había aparecido el cadáver de una mujer envuelta de pies a cabeza como un capullo en hilo de seda, y junto a ella, un hombre posiblemente envenado, quien pretendía darle a una amada mariposa su anhelada libertad.






Texto agregado el 17-03-2006, y leído por 134 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
17-04-2006 Muy doloroso, las palabras tienen una cualidad muy curiosa... hacen parecer ajena la propia historia. Gran escrito mandra
 
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