UNA HISTORIA SIN NOMBRE
Sólo veía una huella en frente de sus ojos, una vida endemoniada en su espalda y un manto de estrellas en su cabeza.
Jamás creyó que algún día dejaría su pueblo con tan sólo unos libros y su pipa.
Viejo y agobiado por la vida, inventaba palabras con la brisa; sus labios gruesos estaban desgastados por la poesía y por las noches de desvelos soñando con un mundo mejor. Su mirada era eterna, pero frágil como el cristal; cejas arqueadas, oscuras, donde ocultaba aquel atisbar.
Su vida estaba llena de inimaginables misterios.
Escribió versos tan profundos y fuertes como un pozo que da vida; sus palabras se enterraban en el alma tan fijas como la raíz del roble quebrajando la tierra; tan sutil como una mariposa pero, sin embargo, triste, tempestuoso y turbante como un río en pleno apogeo.
Su historia en ese lugar fue tan fugaz, tan dulce y amarga como nadie podría imaginar.
Por su mente pasaban todos aquellos recuerdos de la casita en la que vivió durante años. Oculta por los cerros, invadida por la paz de las estrellas y encantada por las canciones del roble que se encontraba junto a la banca construida por aquella manos callosas y gastadas por la música...
Tuvo miedo; miedo de no saber donde ir, e incluso, del por uqé de su partida; miedo de no poder ver qué haría en su ya gastada vida; ¿cómo saber?... sintió un leve brisa en su espalda pero en ves de responder, fijó sus ojos en lo alto del cielo y dijo:
“Mírame a los ojos vida mía y guíame en esta huída. Tu sabes que jamás podría vencerme ante tu inalcanzable negro-azul, tengo miedo y necesito de tu fortaleza para escapar de este lugar.
Ho luna! Deja en mí grabadas las hojas de mi roble jugando con el viento, ayúdame a ver en la huella que el destino pone frente a mis ojos, déjame viajar de la forma en que lo hacen esta agua que refrescan tierras cansadas.
Espero que esta partida le duela a la tierra que me deja ir tanto como me está doliendo a mí”
Se tuvo que alejar de ese lugar. A veces odió la vida por eso. El destino fue el culpable de que su mente y cuerpo estuviesen distantes uno del otro. Ése fue el culpable de su escape y de su magín quebrajado.
Consoló el miedo al pensar que las cosas pasaban por una razón existente, pero temía pensar en su futuro distante en aquellos minutos de su vida...
Lloró. Lloró hasta sentir deseos de gritarle al mundo su dolor escondido. Quiso llorar eternamente, arrancarse el alma para no padecer el sentimiento de amargura y soledad que lo invadían.
Pero en fin, se fue y dejó su infancia y más gratos recuerdos en el pasado distante. Olvidando su roble, el baúl donde guardaba secretos que nunca nadie llegó a saber y la historia de tres personas... la de su viejo padre, la de aquella cansada mujer a la que desde el principio de su vida llamó madre y, sobre todo, la suya.
Con los años, su partida se hizo notar; el roble murió por falta de amor, poco a poco lo consumió la tristeza. Sólo quedaron de él el recuerdo de su dueño y unas cuantas ramas como para anunciar que allí existió un ser sabio y digno de recordar. Todas sus creaciones se envejecieron hasta hacerse parte de la tierra, el polvo y el viento se encargaron que las escrituras se hicieran parte de su tristeza; el río cambió su curso, no quiso llorar más por aquella partida y la belleza que en algún momento existió en aquel lugar, desapareció para no volver jamás.
Lo que respecta a él, nunca más se supo dónde fue o por qué se fue. Su identidad ha estado secreta desde su huída hace 53 año. Se cree que ha muerto tan sólo dos años después de partir, dicen que “la falta de alegría y ganas de vivir lo invadió hasta matarlo”. Pero su alma sigue en el aire, presente desde quién sabe cuándo, invadiendo cada célula, cada integrante de nuestros cuerpos; es que él se ha vuelto parte de nosotros pero se nos ha ido olvidando cada día más por culpa del agitado mundo en el que ahora vivimos. Pero has de saber que si no existiera su presencia, no existiría ni la poesía ni el llanto.
Es verdad, él es poesía, sus secretos son parte de la tierra, sus manos son las del destina, el roble ahora es la fuerza del mundo, pero ¿Y su pipa?
Su pipa la tengo yo.
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