Desde el interior de un lugar oscuro surge un grito desesperado…¡¡¡escuchen!!!, qué hay tras esa piedra que todo lo cubre, qué hay tras ese árbol tupido de hojas. ¿Esperar el otoño?, ¿esperar?, ¿para qué?, ¿para ver deshojadas las ilusiones?. En vano, es la presión de lo que sabes y escondes. En un juego de ajedrez piensas, luego actúas, te arriesgas a veces, pierdes, pero desahogaa tu reina, se libera y baila en el tablero. Ya lo sabes, es otro amanecer sin sol…¿Ser alegre? Soy reprimido, ¿quién, yo? Hasta el final del mar, donde los barcos caen ante la tierra plana, antiguos recuerdos, mueren, ahora la tierra es redonda, y todo regresa, tarde o temprano. Esperar, pero ¿y si la semilla muere en medio de mi desilusión? Muerto, muerte, morir, mortandad. Me hastío de todo esto, ¿te fijas que suena estúpido si lo repites? Lo que tengo en mi mano derecha en estos momentos es mi droga. Soy adicto a ella, no la puedo dejar. La acompañan estos cuadraditos perfectos me distorsionan (aunque alguien alguna vez me dijo que tenían un margen de error de aproximadamente 0,02 mm.) Pero en fin, desahogo mi rabia, mi impotencia de no vivir sin vivir, y de morir al abandonar. ¿Qué más puedo hacer?, ¿rezar?. Ridículo. Sólo hay una salida (o más bien dos).