Sibiera sido ahijado del Municipal o del Diputado, si tuviera pariente ganadero, sibiera sido güerito o al menos alto y de cara linda eso biera sido suficiente. Sil maestro biera llegado cuantimenos tres veces por semana biera estudiado reteharto y ser gente importante pa’ trabajar en la tienda de raya haciendo los números, entonces los federales le bieran escarbado más pronto. Bieran llegado los gringuitos con las maquinotas y helicócteros (como cuando la güerita siogó en el río y su cuerpo quidó trampado abajo por un rimolino), casibiera llegado el Siñor Presidente o el Municipal ya de perdido.
Pero resulta qui mi Arsenio es un pinchi’ndio sin estudios y feo, los únicos parientes de dinero están de esclavos bien pagados dil otro lado; es un méndigo chaparro muerto diambre como todos los otros qui se volvieron mineros y qui por no saber como hacerle están trescientos metros bajol rancho, atrapados como lombrices negras y ora, pa’lúnico qui sirven es pa’bonar la tierra con la poca carne de sus cuerpos.

Dicen quiasistan mejor, “mañana habrán más qui lentren” –dijo el cabrón patrón y miró dirriojo a mi chamaquito mientras pegaba el moño negro in la reja-, “los indios muertos diambre crecen como nopales, nomás con tantito qui toquen tierra”. Ya mejor todas nos juimos a cocinar pa’los chamacos in la casa, la mina sigue cerrada desde qui dejaron de escarbarle y anunciaron qui todo será difirente ora; pa’ellos no hay visitas…, nadie de jueras viene a verlos, nilos gringos, nilos ricos, nidil sindicato, nil pinchi padrecito qui hasta salió en la tele llorando por ellos. Pa’ellos, la tumba sizo muy profundo y hasta’llá ni los rezos llegan.