A lo largo de sus vidas escucharán decirles, y ustedes mismos dirán variadas veces, que tiene que haber momentos para el esparcimiento, que hay lugares de esparcimiento, actividades de esparcimiento y cosas por el estilo. El esparcimiento, hijos, no es otra cosa que la ruptura de la unidad que somos, es descomponernos en múltiples partículas para distribuir el peso que implica ser uno mismo, con el único fin de crear la ilusión de que somos ligeros, de que podemos volar.
La mejor manera de lograrlo es quebrando el cristal del que verdaderamente estamos hechos. Déjenme terminar de leer mi libro y vayan a la caja de herramientas y tomen los martillos que hay ahí, golpéense la cabeza con ellos, ustedes mismos o el uno al otro hasta que se esparzan, hasta que se sientan ligeros y crean que están al borde de un peñasco y pueden extender las alas para levantar vuelo. Les prometo que mañana les enseño el juego de la tierra y juego con ustedes.