Hoy mientras me despedía de tus labios, las nubes cubrían la luna, me giré, te di mi espalda con un hasta mañana que deseaba que se hiciera tangible en ese mismo momento.
Como cada día cuando llegué del trabajo te vi apoyada en la pared de la estación,
tu cara reflejaba el agobio de todo el día, ese día que te había maltratado por el peso del pasado y desde ese momento me prometí a mi mismo que te haría sonreír, que te cubriría a besos, caricias, susurros de silencio que llenarían el vacío que en ese momento sentías.
Hoy mientras me despedía de tus labios, noté en lo mas profundo de mi ser que te amaba, que había nacido simplemente para ser lo que ahora mismo era, tu amigo, amante y fiel acompañante de tus momentos, tristes y felices.
El momento más dulce y breve había pasado, pero mis sentimientos seguían intactos, esperando ese deseado encuentro entre tú y yo que se convirtiese en eterno, que lo efímero fuera pasado y el tiempo se parase cada momento que tu mirada se cruzara con la mía.
Hoy mientras me despedía de tus labios, pude ver tu cara brillar más que la luna llena, comprobé lo bonita que eras, probé el sabor de la miel de tu boca, aprendí que tu presencia lo era todo para mí.
Hoy mientras me despedía en tu portal, mil ventanas se abrieron, dejando pasar el aire a través de nuestro cuerpos, mil mensajeros salieron de nuestros corazones para propagar en todos los rincones, que nuestro amor era verdadero. |