Mucho más allá de mis cansados ojos, está tu luz y tu recuerdo, esa imagen no tan borrosa que se parece a tu cuerpo desnudo, ese que beso por las noches del insomnio difuminado más insoportable si estoy solo, como tan sola tú, como tan solitaria tu cama que ya no me espera, como tu busto delicado e inmóvil que no aguarda ya por mis besos más furtivos y atormentados.
Más allá de tu cuerpo está el mío, solitario de recuerdos que se parezcan a tu rostro iluminado, feliz y colmado de placer a ojos cerrados, está mi llanto seco de no alcanzarte, y las líneas que la sal dejó sobre mi rostro congestionado y dolorido, ese rostro que te tuvo tan cerca que pude haberte devorado.
Más allá de todo está el recuerdo de lo que por pintar no hemos olvidado, de lo que por hablar no hemos callado, de lo que por mirar no hemos observado, cuando por caminar hemos andado, juntos aún sin caminar al mismo lado, como siempre nos pasa, cuando la vida decide separar esos caminos que algún día se han juntado.
Más allá. Están las ganas de verte, de sentirte y probarte a cada suspiro, a cada beso robado y furtivo que te arranque la ropa de un bocado, más lejos y más allá de todo lo terreno y lo mundano, está tu piel sobre la mía, en esas noches lejanas compartidas que con todo y la distancia, el tiempo no me ha robado.
|