Desde niña he sentido un encantamiento magistral por el dolor, ese sufrimiento que se mete en la piel y que a veces llega hasta los huesos, esos dolores, esos padecimientos físicos que abarcan varios poros, esos, esos dolores siempre los perseguí aunque muchas veces me huyeran; mi comportamiento siempre fue ejemplar hasta que lo conocí, entonces mi conducta se modificó en búsqueda de un zarpazo, de una mejilla sonrojada, de una boca rota, de un tirón de cabello, de uñas enterradas en mi suave piel, nunca sufrí con tal situación, siempre disfruté cada una de sus caricias, para mí son sublimes caricias, un delgado cuero estrellándose contra la parte interna de mi muslo y que la punta sea la que me haga sangrar, es una escena que no tiene rival, cuando ya esto no fue suficiente, entonces jugaba a ser yo la verdugo, un mosaico creado con un particular pincel, un bisturí, un lienzo blanquísimo y límpido, mi piel, el color siempre rojo, mi sangre persiguiendo el camino indicado por el ya mencionado pincel, cuando salí de casa me deleité aún más, podía jugar en el momento que quisiera, con la parte del cuerpo que quisiera, no debía usar camisas con mangas, ni pantalones largos para ocultar tales obras maestras, era libre y llegué a sentirme completamente feliz...
Mis relaciones juveniles procuraban siempre fueran complicadas, vertiginosas, violentas, solo intenta herir el orgullo de un jovencito malcriado y verás los regalos que te ofrecerá, pero pronto me cansé de tales demostraciones de afecto, buscaba más, sabía que había más, retocé en muchas oportunidades con el fuego, agujas, cuchillos, cristales rotos, todos causantes de dolores exquisitos...
La forma en que perdí la virginidad fue excepcional, basta con incentivar, provocar, estimular las ganas de cualquier bruto borrachín en un bar y a la hora de la verdad decir, No! Que glorioso! Que gloria me descubrió aquel día! Pero como todo, lo mejor se tiene solo una vez, solo volviendo a nacer volvería a disfrutar de aquellas formas de la primera vez...
Ahora soy una mujer con una próspera carrera, una excelente posición social y casada, con un hombre que cualquier mujer como yo envidiaría, casada y embarazada, y solo pido, solo le pido a Dios que a ti hija, hija que también te guste el dolor...
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