Doncella, núbil y grácil, angulosa y sublime, danza alegre y feliz por un prado verde, lleno de flores, vivas flores, coloridas flores, pisa con sus diminutos piececitos el pasto, parece una alfombra que dedica suaves caricias a pus extremidades, corre y brincotea celebrando el milagro de vivir, es feliz, de veras es muy feliz, lo tiene todo, tiene a su mami, a su papi, un par de hermanos que ama y que la aman, amigos por doquier, no hay ser en el mundo que no la conozca y que no la quiera, juega con los animales y estos la adoran también, castorcillos, aves, mariposas y hasta los pececillos del río corren a su encuentro cuando la ven, cuando siente el suave oleaje que produce su cuerpo al contacto con el agua, todos la aman, y quien no? Con esa mirada ingenua, con esa voz angelical, con esa sonrisa infantil, ese cabello que abraza sus hombros y le cubre como un manto la sedosa espalda, y quien no? Con esa grácil figurilla que cada vez se desprende más de su capullo, con ese cuello blanco que induce a arduos besos, con esos pechos escapados de el escote de su floreado vestido, quien no habría de querer recostarse en ese vientre plano lleno de escondrijos, quien no querría apoderarse de esas caderas perfiladas hechas para ser tomadas, quien no querría desnudar esas torneadas piernas que se descubren con cada brincoteo, con cada salto, a cada paso, quien no?

El viento, solo el viento es lo suficientemente agreste para atreverse a conquistar lo que desea, la niña no quiere, le hastía tanta brisa, no la dejan ver, ni respirar, no, la niña no quiere, pero el viento sí, al viento nadie le dice que no, así que igual tomará lo que quiera, y la quiere a ella, y la tendrá; empieza por soplarle fuertemente a la cara, la aturde y con un traspiés la niña cae al piso frío de tanto aire, cae y este se interesa más, la niña se arrastra, quiere pararse, pero el viento no se lo permite, en vez de eso, hace que se tome con fuerza de los hierbajos que brotan del suelo para no salir volando, levanta con un suspiro su falda y la observa, se deleita con la vista que ofrece semejante manjar, semejante “postre” prontamente a degustar, exhala un aire caliente que introduce sigilosamente entre sus piernas, la niña las abre precipitadamente, siente que le quema, es el momento, toma con sus ráfagas sus tenues caderas, y empuja un fuerte espasmo dentro de ella, mece su sexo dentro de ella con ampulosa vivacidad, enloquece en esas situaciones, no quiere que termine jamás, pero su grandilocuencia le provoca ruidos ensordecedores, silbidos que no dejan escuchar los desesperantes gritos de la niña, así que procura calmar su auge para poder escuchar mejor, demasiado tarde, solo llega a escuchar un menudo sollozo entrecortado, desesperanzado, exiguo casi, bah! se ha perdido la excitación del momento, ha dejado de gritar, así que la deja, no es mujer para él, la niña queda allí, despatarrada, abrumada, espantada, adolorida, sangrante, intenta pararse, le duelen las piernas, pide ayuda, nadie la oye, nadie la mira ya, perdió todo lo que tenía y no sabe por qué, ya su cuello, su vientre, su grácil figura no son tal, dejó de ser la niña, ya no es una niña, dejó de serlo, sin querer...

El viento a su vez sigue su camino, va en busca de algo que lo haga vibrar, va en busca de una emoción a otro lado, quizás a tu lado, va en busca de un grito, seguramente irá pronto por ti...