Me encanta ahora conducir, sin preocupaciones,
disfrutar, en lo posible del paisaje, respetando
los límites de velocidad,ir detrás de un camión o
pegado a un bus no me molesta, no uso la bocina y
cuando puedo hacer una deferencia, no lo dudo.
El viajar por el camino costero, desde mi casa a Viña
del Mar,pegado practicamente, a las rocas, observando el oleaje, los lobos marinos, sentir el olor a mar, a cochayuyo, apreciar la naturaleza toda, es un privilegio. Sin contar que en los días de
semana y practicamente diez meses en el año, soy
uno de los pocos usuarios.¿ Cuántos países quisieran tener esta "costa azul chilena?
Mientras conduzco, en silencio, medito.
Gracias a ello, estoy viviendo bellamente la vida.
Medito porque cuando liquidé mi negocio de casi toda una vida, muchos me aconsejaron que si no seguía
haciéndo "algo", me iría rapidamente para " abajo",
que tenía que ejercitar la mente.
Y que mejor que meditar, gracias a ello he encontrado la belleza de las cosas más simples.
Los escritores deben ser hombres felices ya que
su trabajo es meditar, y para meditar, pienso, que
se debe tener la mente en blanco.
En mi actividad, creo que medité muy poco, en especial en los últimos años, donde solo pensaba en los bancos, en las tarjetas de crédito,en los cheques a fecha, en los sueldos y para que seguir...
Cuando conducía, miraba, pero no veía.
Que envidia sentía al ver a mis" partners",jubilados,
jugar al tenis casi todas las mañanas.
Ahora, juego tenis con ellos, un poco conversado,
un chiste entre medio, pero tenis al fin y al cabo.
Gracias a Dios.
Estoy jubilado.
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