¿Se puede ser grande si excluir a los demás o sin tratarlos como inferiores?
Sólo puedo responder: Sí, se puede ser grande sin tratar a nadie más como inferior o sin excluirlo. De esta manera se puede ser Grande, pero no se puede ser reconocido como Grande. Porque para ser reconocido como Grande es necesario que los demás sean inferiores y se mantengan inferiores y no se les permita engrandecerse. Sólo cuando la diferencia entre el Grande y los inferiores es patente es que se puede reconocer al Grande como Grande.
¿Y en qué consiste ser Grande? Puedo contestar a esta pregunta de muchas maneras: Ser Grande es tener lo que los demás no tienen. Para mantenerse grande es necesario, por lo tanto, que los demás no puedan tener. Ser Grande es tener poder sobre los demás que no pueden tener (hacer con ellos y sus vidas lo que plazca). Ser Grande es ser necesitado por otros, es decir: el Grande debe ser capaz de crear una situación (se recomienda el uso de la fuerza) mediante la cual se requiera los favores del Grande para la subsistencia de los demás; el Grande debe, por lo tanto, crear a toda costa una relación de dependencia de los demás para con él. – Esto es suficiente para ser reconocido como Grande. Pero, por supuesto, nadie querrá un Grande así ¿Quién puede querer a un Grande así? ¡Nadie puede querer a una Grande así! Pero así todos quieren ser grandes.
(Eso lo aprendí)
¿En qué consiste ser Grande realmente? Ser grande consiste en dar algo de uno mismo, en crear independencia y bienestar, en servir para hacer crecer, y en lograr hacerse fácilmente innecesario, dispensable.
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Ahora bien, cada individuo tiene energía propia, o nace con esa potencialidad; la energía propia puede ser desarrollada o puede muy bien no ser desarrollada. Cuando no es desarrollada, cuando no se la obtiene desde adentro, cuando uno por uno mismo, por lo que es, cuando no se está satisfecho por ser porque no se es, entonces se necesita obtener la energía de afuera y se hace imperante sentirse necesitado, es decir: se necesita que los demás lo necesiten a uno; y, si se tiene talento para crear esta circunstancia, se consigue. Por otro lado, quienes desarrollan su propia energía, no necesitan a los demás y por tanto no necesitan ser necesitados por los mismos. Se entablan entonces otro tipo de relaciones, algo similar o no similar a una retroalimentación en la independencia, en donde se está con otras personas por gusto y no por necesidad. Quien está satisfecho consigo mismo porque logró desarrollar su propia energía sólo está con otros porque le gusta y nada más. Con esto quiero decir que es posible relacionarse en la independencia y no sólo en la dependencia. Lo curioso del caso consiste en que sólo en la independencia se puede aprender y crecer aún más (es la diferencia entre parasitismo y simbiosis) y esto sólo se logra mediante el respeto, pero es un respeto que está acompañado de libertad. Cuando es posible acostumbrarse a ese respeto acompañado de libertad puede nacer el amor. Entonces todo se cae, todo se desvanece, todo lo que se creía, certezas y certidumbres, se convierten en una mentira, se descubren como falsas. Aparece la fragilidad, el temor y la sabiduría. Aparece el conocimiento, siempre acompañado del temor y a veces de la seguridad, ésta última casi siempre intermitente, porque es necesario que sea siempre intermitente porque esa intermitencia es el respeto que nos provoca el ser de los demás. Porque somos cosas que nos movemos, crecemos y cambiamos por dentro.
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