Una de esas noches, en las que planeaba suicidarme, se me apareció un espíritu.
Era una mujer joven y vigorosa, de tez blanca, ojos y cabellos negros y pestañas excesivamente largas. Era vigorosa en el sentido de que tenía vida por dentro; un tipo de vida completamente distinto al de todos los espíritus que yo había conocido hasta el momento. No era un espíritu de esta galaxia, porque todos los espíritus de esta galaxia tienen algo que los caracteriza y este espíritu era algo muy distinto.
Hay quienes creen en ángeles, sobre mí los ángeles no tienen ningún efecto, los espanto como si fueran gallinas y a veces hasta creo que me los como, a Jehová soy capaz de mandarlo a lavarse el culo, tapa mucho, y yo deseo entrar en contacto con otras cosas.
Así que tenía las pestañas inusualmente largas y mi deseo de suicidio ante esta presencia se me hizo casi insoportable, porque era un ser hermosísimo que había venido a buscarme para ver si yo quería ir con ella.
Es sólo entre los humanos que los segundos de las oportunidades pueden ser perdidos, y si se pierde, sólo se pierde un devoramiento que por minutos puede resultar placentero.
Pero con este ser, sin segundos que se pierden, sin oportunidades posibles de perderse, sin condiciones ni condicionamientos, sentí que podía hablar con ella y sólo por eso era casi insoportable el deseo de irme con ella.
No era un ser de esta galaxia. El deseo, para mí, de ir a otra galaxia era casi insoportable. Además que su vibración de vida era algo imposible de alcanzar en este planeta.
Dije lo que dije más arriba de los ángeles, pero ella era un ángel del suicidio
- ¿De dónde eres?
(Sólo a los tontos les responden que de Dios)
- Soy de la galaxia negra
Eché un suspiro con el máximo deseo de ir para allá.
- Puedes suicidarte, si vienes conmigo inmediatamente te daré un cuerpo
- Me muero de ganas, pero son muchos cuerpos los que deseo poseer y por eso tengo que mantenerme en mucha tensión en esta vida
- Entiendo.
Lo terrible del asunto consiste en que en esta vida me he portado tan bien que lo más seguro es que por culpa de Dios y de Cristo me gane un cuerpo positivo después de mi muerte o de mi ida de este mísero y pobre planeta en debacle, y el mundo y el cuerpo que ella me ofrecía era un mundo y un cuerpo en negativo, algo totalmente ajeno a lo que conocemos como Dios, Luz o Cristo. Una galaxia negra, un cuerpo negativo con un lapso de vida y de calma infinitamente mayor que todo aquello que cabe en la luz, que todo aquello que se quema. Era de una galaxia centenares de veces más amplia y libre que la nuestra. En ella hasta los suicidas eran perdonados y es ella la que provoca el deseo del suicidio.
Después se fue.
|