Rafa tenía el pelo laaaargo y unos rulos. Yo metía mis dedos entre los nudos, tratando de llegar a la piel. A la verdadera piel. Ese era nuestro mejor juego. Rafa tenía una guitarra y un grupo de rock: Los Bang Bang.
Los Bang Bang tocaban en bares de mala muerte y en las casas de los amigos, mientras los vecinos se quejaban. Los Bang Bang solían tocar unas 20 canciones o las que pidiera el público, que no era poco, pero que tampoco era mucho. Cuando ellos terminaban de tocar, yo sacaba mi pandereta y cantaba, muy mal, por cierto.
Los Bang Bang dormían en mi casa después de los conciertos. Rafa era mi novio, y los Bang Bang eran mis mejores amigos. Mi madre, cada noche, después de los conciertos, me repetía un sermón sobre lo mal que escogía a mis amigos y sobre todo a mis novios. Rafa usaba unos anteojos grandes, de marco negro, detrás de los cuales miraba a mi madre con gran cariño. Cuando el sermón era muy largo, y mi madre mencionaba el pelo y la guitarra de Rafa pues él empezaba a tocar una canción, mientras me sonreía. Mi madre se hartaba y se metía a su cuarto a rezar por mi futuro.
Los padres de Rafa eras unos viejos amables. El padre estaba lleno de rulos como él, a pesar de traer el pelo corto. Los ojazos verdes se los debía a la madre. Yo pasaba la mayor parte de la semana en la casa de Rafa. Una casa grande y llena de jardines. Nunca me quedaba a dormir. Mi madre pensaba que solo se puede hacer el amor de noche, y nosotros la dejábamos creer eso.
El cuarto de Rafa estaba lleno de dibujos, dibujos que yo hacía durante las clases de la universidad. Dibujos de él con su guitarra, de los dos, de mi pandereta, de los Bang Bang. El que más le gustaba era el de mi madre gritándonos mientras jugábamos a la ronda alrededor de ella.
Coleccionábamos cajas de zapatos, donde guardábamos unos papelitos llenos de ideas. Dormitábamos en las tardes frías sobre su cubrecama azul. Y en el verano, él sacaba las temperas para pintarme. Mi color favorito era el rojo bermellón. Cuando el trabajo estaba hecho corríamos por las calles más concurridas de Lima. Él con una oreja roja y unos bigotes falsos, como los de Dalí. Y yo con el cuerpo lleno de pintura, sobretodo amarilla. Y ciertamente, éramos felices.
Cuando estábamos tristes, porque nuestra naturaleza era esa. La tristeza profunda. La refrigeradora nos proporcionaba litros de leche. Leche que metíamos a la licuadora con cubitos de hielo y cocoa. Entonces empezaba el rito de poner el sorbete en los vasos llenos de la esencia, de contar 3,2,1 yaaaa! Y hasta el fondo, querido. Un vaso, mil vasos. El hielo que sube al cerebro, el dolor de cabeza, la nariz tupida. Y nuestros dientes apareciendo.
Un día Rafa se murió. No me pregunten cómo es que se murió. La cosa es que se murió. Rafa tenía 23 años. Yo tenía 19. Los Bang Bang tenían 2 años y 3 meses. El día de la muerte, llegué a casa, extrañamente, mi madre me abrazo.
-Mamá estás bien?
-Ay hijita…
-Estás enferma?
-Ay…
-Qué diablos pasa?
-Es que…
-Mamáaaaa!
-Es Rafa, mi vida.
-Mamá ya sé que no te gusta. Pero lo del pelo y la guitarra, no es que sea un vago. Entiendes?
-No hijita… .
Sonó el teléfono, eran los bang bang. La noticia fría, la lástima. Mi grito. Mi encierro. Lo peor de cuando alguien se muere, es que todas las caras te lo repitan. Lo peor es no poder llorar, porque no acabas de creerlo. Lo peor es mi madre diciendo que Rafa era tan buen muchacho, cuando siempre lo odió.
No voy a ir al velorio, repito incansablemente. Ya sé que harán con él. Lo vestirán con ropa que nunca usó, le quitarán las zapatillas, imagínense que son capaces de cortarle el pelo. No iré a esa farsa. Porque ese no es Rafa, lo puedo asegurar. Sabes que me pondría mi mejor vestido Rafa. Pero no me vestiría de negro. Sabes que lo peor que pudiste hacer fue dejarme aquí.
Durante días mi madre toca la puerta. Insiste en que coma, en que continúe con la vida. Los bang bang me llaman, quieren abrazarme. Los bang bang encontrarán muy pronto un guitarrista aún mejor que Rafa. Pero no a Rafa. Éramos uno, les explico. No puedo tocar la pandereta.
Empaco Unos libros,nuestros discos favoritos, las cajas de zapatos y la pandereta en la mochila. Llego. los padres de Rafa tienen la suficiente plata como para haberlo enterrado en la tierra y no el en feo cemento. Un globito y unas flores.
Rafa te acuerdas de esa canción Papapam.. papapam. Rafa, qué habrán hecho con tu guitarra? Rafa eras como mi ombligo. Entiendes eso? Entiendes lo que un ombligo significa?. Es decir, aún continuo respirando, pero todos notan que ya no tengo ombligo. Es como no tener padres, ni historia. El ser humano más extraño. Andando por las calles sin ombligo. Es como si fuera un extraterrestre. Les he dicho a los bang bang que éramos uno. Que andaba sin buscarte pero andaba para encontrarte, como dice la frase de Rayuela. Que 19 años de espera no son muchos. Pero ya no hay más por lo que esperar.
Lo peor que has hecho es dejarme aquí. Que cobarde eres Rafa. Eres el puto más cobarde que he conocido. Y voy a vengarme de ti, cómo no sabes. Voy a quemar acá los libros, los discos que he traído. Voy a tocar mi última canción y te dejaré mi pandereta. No volveré a tocar nunca más. No volveré a verte. Entiendes? No es que tú te vayas, es que yo me voy. Y me voy para siempre Rafa.
Me voy para siempre. Entiendes?
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