Los brazos de este amor se van desvaneciendo,
Solo cenizas lóbregas del adiós que no existió,
Donde mis labios aún náufragos no tienen orillas en tu sol,
Luz de mis labios desalmados que siguen envejeciendo.
Habrá nuevos jardines con dulces amapolas del oeste con prisa,
El viento ágil me guiará por senderos de placeres y dolores,
Y aunque el “que se yo” me devuelva en siglos mi sonrisa,
Jamás recuperará mi amor, este corazón que ha regado tus flores.
Mis mejores brisas de otoño te salpicaron de mí,
Será que tanto te amé que no supe demostrarlo,
Quizá en la eternidad y un cielo piense aún en ti,
Recordando el nombre de cada lágrima que por ti he derramado.
Pues no giraste la magia de estrellas en el abismo,
Esa arena testigo y la tempestad de deshojar un desamor,
Murió de tristeza donde no puedo tenerte ahora mismo,
Y arropado en caricias frías de tus manos ausentes, mi sufrido corazón.
Mis poemas ancianos pensarán en otras flores perplejas también,
No podré pensarlas minuto a minuto como a ti,
Ni lograré desvelarme como siempre que soñé en rozar tu piel,
Pero al menos quemaré un puñado de lágrimas e intentaré ser feliz.
Tu retrato de sueños estará en mi horizonte sin arco iris,
El frío invierno bajo un sol de madrugada te recordará,
Así la luna volverá a descolgarse como en el pasado,
Aquel triste de flores que jamás volveré a encontrar,
Nuevos pétalos, el amor que por ti sentí no sanará,
Beberé amaneceres de mil y una noches
Mas la flor del cielo jamás olvidar podré…
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