Sabia que ese día tendría que ser especial, estaba de cumpleaños, y como todos los años desde que tenia uso de razón, al despertarme mi madre tomaría en sus manos una torta, con las velas correspondientes colocadas ordenadamente y sus pequeñitas llamas amarillas, entraría a mi dormitorio, cantando junto a mis hermanos. Yo somnoliento aun, tendría que apagar las velas, que año tras año aumentaban. Luego vendrían los besos y los abrazos, las felicitaciones. Encabezados por mi madre y luego el resto de la familia, hasta mi perro entraba y se subía a mi cama. Despues de todo esto, mi madre con su rostro lleno de dicha diría la frase que mas disfrutaba decir ese día; -muy bien mi niño, ahora la sorpresa- , esto lo esperaba con ansias, mi madre se esmeraba y las sorpresas realmente eran así, no dejaba nada al azar y todos los años me dejaba impresionado.
Ahí estaba esperando como todos los años. No hubo variaciones, la tradición seguía de la misma forma. Pero en el ambiente había algo que me tenia inquieto y dentro de mi una sensación de angustia empezaba a crecer, no sabia porqué, pero habia algo que me tenia inquieto.
-muy bien mi niño, ahora la sorpresa- dijo mi madre con esa carita suya llena de entusiasmo. Pero había algo que estaba mal, no tenia esas ansias de cada año por la sorpresa, es mas, temía a ella. La angustia con el paso de los minutos había crecido y el miedo poco a poco estaba tomando posesión de mi, no quería ver la sorpresa. Algo estaba mal, y no sabia que.
Mi madre me tomo de la mano y me pidió que la acompañara, sus pasos se dirigieron al patio trasero. Mi corazón latía con fuerzas, de la misma manera apreté la mano de mi madre, que presa del entusiasmo no se daba cuenta de que yo estaba aterrado. No entendía que estaba pasando, pero cada paso que daba por el patio, era seguido por un aumento de mi temor. Algo no estaba bien, ese día para mi era unos de los que mas esperaba al año, pero ahora era distinto, no lo quería y deseaba salir corriendo de ahí, solo el sentir la manos segura de mamá me tenia en ese lugar.
Todo me parecía amenazador, los arboles, el patio en si, mi hermanos detrás de nosotros, murmurando acerca de la sorpresa, mi perro corriendo delante, todo era distinto, era como si el mundo hubiese cambiado de color.
Seguíamos caminado y los pasos nos guiaron hacia un cuarto que estaba al fondo del patio. Era una habitación vacía, que se usaba a veces como bodega para guardar algunas cosas.
Todos nos detuvimos, hasta el tiempo pareció hacerlo, el viento dejó de soplar, y los pájaros callaron sus cantos matutinos. Mis hermanos detuvieron sus murmullos, mi madre me observó, su expresión repentinamente había cambiado, ya no había ese entusiasmo de segundos antes, su rostro se había endurecido, su mirada se había hecho fiera y vacía, su mano ya no era tibia y suave, al contrario, la sentía helada y tosca.
-entra, y encontraras tu sorpresa.- sus palabras fueron duras y dejadas de la dulzura que siempre usaba. El terror me invadió, escuchar esto fue la materialización de la angustia que tenia. Que estaba pasando, las palabras de mi madre, su voz había cambiado. No podía moverme, mi vista repaso a mi hermanos, que como pequeños demonios me observaban en aspecto amenazador. Sin saber porqué hice caso a mi madre, que ahora tenia de la mano a mis pequeños hermanos, que me observaban con furia en sus ojos.
Sin saber porqué abrí la puerta de la bodega, al hacerlo crujió, y un fuerte olor a encierro salió de ella, estaba a oscuras, solo las luz que entraba por la abertura de la puerta dio algo de luminosidad y dibujó a medias las figuras que se escondían en las sombras. Di unos pasos, la puerta sonó con fuerzas y se cerró a mis espaldas, haciendo que diera un salto del susto. Al hacerlo todo quedó a oscuras, no podía ver nada, además no entendía que había pasado, porque mi madre me había llevado ahí, cual era la sorpresa, que le sucedía a ella y mis hermanos, porque sus rostros habían cambiado, y porque yo había hecho caso a sus palabras y estaba ahora encerrado en esa habitación.
Solo podía escuchar mi respiración, la oscuridad era total, ni siquiera entraba luz por debajo de la puerta. De repente un ruido extraño comenzó a escucharse al fondo de la bodega, no sabia que era, pero mi cuerpo entero se erizó, algo se movía, había algo al fondo que se estaba moviendo y yo no sabia que era. Mi cuerpo entero empezó a temblar, y presa del pánico comencé a estirar las manos por si tocaba algo, la oscuridad era tanta que ni mis manos era capaz de ver. Pero ahí estaba, algo se movía, o mas bien algo se arrastraba, poco a poco el miedo me fue paralizando, apenas respiraba para escuchar mejor. Mi sorpresa pensé, esa era mi sorpresa, se arrastraba y venia hacia mi. Algo se desplazaba por el piso, algo vivo se acercaba hacia mi. Feliz cumpleaños escuchaba en mi mente, apaga las velas y pide un deseo, besos abrazos. La sorpresa, la mano tibia de mamá. Instintivamente todos mis temores llegaron hasta mi, mientras mi sorpresa avanzaba, se arrastraba lentamente por el frío piso. Gracias mamá por la sorpresa, era mi voz, en mi mente, el recuerdo de todos los cumpleaños pasados.
Mi cuerpo retrocedió un paso, hasta que mi cuerpo tocó la puerta, no podía más, mi mente parecía que iba a estallar, el pánico era dueño de mis actos. Mi mano mecánicamente buscó un interruptor de luz que estaba a un costado de la puerta. Feliz cumpleaños, tu sorpresa. Ahí estaba tan cerca de mi, arrastrándose, lento pero seguro.
A tientas di con el interruptor y la luz de una sucia ampolleta invadió la oscuridad, los objetos tomaron forma, y las tinieblas se fueron.
Mi cuerpo sudado, mi corazón a punto de estallar. Feliz
cumpleaños, tu sorpresa, sonaba como un canción en mi mente.
Bajé la vista y ahí estaba, todos mi temores tomaron forma. Lo que mas temía en la vida, lo que desde niño me aterraba y me hacia llorar y salir corriendo.
Feliz cumpleaños, tu sorpresa. Su cuerpo arrastrándose, elástico. Era gigante inmensa, me paralicé, solo la observé sin saber que hacer, no podía gritar, pero porqué, mamá, mi sorpresa.
Amarilla, gigante, lustrosa, la serpiente mas grande que en mi vida había visto, el animal que mas miedo depertaba en mi.
Feliz cumpleaños, besos, abrazos, mis hermanos, mi perro en la cama, la mano tibia, tu sorpresa
No se como pero empecé a gritar, como un loco, mis gritos rebotaban en las inertes paredes. Mis manos comenzaron a dar golpes a la puerta con furia, mientras mi temor mas grande se arrastraba silenciosamente.
Los golpes, golpes en la puerta, la gran serpiente amarilla avanzaba hacia mi. Cumpleaños feliz, te deseamos a ti, a lo lejos escuchaba esa canción, la serpiente a un metro de mi. De repente mi madre entra, mis hermanos tras ellas, el perro se sube a la cama, yo sudado los miro aterrado, ellos me miran, me sonríen cantan me besan me abrazan. Y luego mi madre dice -muy bien mi niño, ahora la sorpresa-
RODRIGO ALDUNCE PINTO
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