Inserto en el mundo como un volantín imbatible voy describiendo la parábola de quien retoma las fuerzas para remontarse al cielo.

Aferrado a la sabiduría que me brindó el ave que se posó y nubló las luces interiores, voy paseando esta agonía con una felicidad incomprensible,
ya que aún descubro nuevos horizontes en mi cabeza, en mi espacio. Como aquel águila que hecho raíces en lo profundo del cielo, voy tratando
de atrapar aquella presa que se entrega dócil a la lucha y me muestra su tenacidad y prestancia a aferrarse a mis garras.

Ahora es cuando sostengo la nota y estiro las cuerdas para que me quede sujeto a tu cintura, y pienso que estas praderas son las escogidas para el reposo; entonces estiro los brazos y logro alcanzar el corazón, siento la lluvia de sangre inundar mis venas y respiro tu aliento, me abrazo al tiempo y simplemente...

disfruto de la caída.