Naviconsumo
“Felices Pascuas, caballero”. “Hombre que tal, felices Fiestas”. “¿Qué tal la familia? ¿Viene este año a casa?”. “No, me temo que no, se van esquiar a no se donde, a Los Pirineos creo”. “Pero bueno, esta juventud, ¿no les vale ir al Pajares?”. Seguramente esta sea una de las charlas matutinas de 2 jubilados, discutiendo sobre el mundo en estas fechas, con tono herido.
Quizá no sea yo el más propicio para quejarme de que ahora las familias jóvenes movilicen más su ocio y más siendo estudiante de Turismo, no dejaría de tirar piedras sobre mi propio tejado. Como todos al fin y al cabo. Nadie tira piedras sobre sus tejados y más si hay beneficio económico.
Eso es en lo que se ha convertido el mundo, en una mera jungla económica, deshumanizada, despoblada de los sentimientos más simples, más bondadosos hasta llegar a los más rebuscados. Medimos con interés creciente todo lo que se puede medir en euros, bienes, satisfacción, bienestar, coste de oportunidad, beneficio económico y otros mil términos de la economía. Incluso tenemos expertos en el engaño del bienestar, los conocidos publicistas, meras marionetas de los grandes tiburones que deciden que euros es directamente proporcional a bienestar. El reflejo de la evidencia es algo tan sutil, tan sofisticado y tan simple a su vez, como un anuncio publicitario, en que en tan sólo unos segundos engatusamos a los espectadores para que compren algo. Y si para ello es necesario jugar con artificios y expresiones tales como “La Navidad más grande del mundo”, como la de una conocida cadena de centros comerciales, o “Navidad, la época donde la magia se hace realidad” de una importante empresa juguetera, se hace.
Analicemos esto. Acaso por ver a mil Papa Noeles verdes por las calles, ¿se va a erradicar la malaria, el sida, no va a morir un niño de hambre cada 2 segundos en el mundo?. Que va, mucho mejor, puedes llamar a tus amigos pagando sólo la mitad de las llamadas, ¿no es genial? Pero bueno, como en estas fechas somos todos tan humanitarios… ¡¡la magia existe!!. La otra mitad que no te cobran, será para paliar a los enfermos de cáncer que sus antenas provocan. Lo se, se que estas preguntando, ¿que mierda de magia es esa!. A estas alturas, me temo que ya has caído en la cuenta de que los milagros de navidad sólo pasan en las películas de Tim Burton.
Incluso nos tienen tan engañados en la filosofía del gastar, que en esta época no sólo pagamos las cosas más caras, sino que algunos productos están tan convencidos de nuestro alegre frenesí del monedero, que ni si quiera cambian sus spots.
Podríamos definir la navidad como el periodo del año en que de cada 4 anuncios, 2 son de colonias y 1 de juguetes y 1 de productos navideños. Es decir, la situación raya la insensatez. ¿Todavía no se ha dado cuenta la chica encuerada de la moto que por mucho que se baje el escote y busque a Jacqs, este vuelve a casa por Navidad, o qué?
En fin, este es el sentido del sinsentido. Progresivamente somos más manipulados, especialmente en fechas tan especiales como las navideñas. Hemos ido cambiando las historias del abuelo en la mesa, las migas de pan que le tiramos al primo de Madrid, el turrón y todas esas cosas por el bikini y Puntacana, Gran Canaria ó Val d´Isere. La muñeca de trapo, los calcetines, la broma de turno, el Best- Seller del año, por los más caros y sofisticados productos. Muñecas que lloran, que se hacen pis, televisores de plasma con una imagen mil veces mejor que la habitual, consolas de bolsillo con la calidad de las grandes, etc. Productos que poco lugar dejan a la imaginación, conversación o contacto humano.
Que me llamen raro, pero yo sigo prefiriendo las batallitas del abuelo ( que en paz descanse ), las anécdotas de la mili del tío soltero, las risas con el vestido de turno de la Obregón por nochevieja, y la cara de sorpresa perfectamente ensayada al ver el paquete de calcetines de marca Carrefour.
Así somos y así seremos. Felices Pascuas.
Fdo
Javi Miramontes
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