Si apoyo mi mano en tu muslo, que tu mano no busque la mía, que no busque acariciar. Si no la buscó antes, que no la busque ahora.
¿Por qué esa manía de corresponder? Como si correspondieras con esa mentira devenida en gesto amoroso. Tu mano se convierte en mentira; si antes no buscó, la inmediata búsqueda te convierte en mentira.
La reciprocidad no es pagar con la misma moneda, sino con la equivalente. La reciprocidad es dejar que mi mano acaricie tu muslo sin que la tuya acaricie mi mano. La reciprocidad es que recibas el placer que te doy. Dar para recibir, dar por recibir: esas son tus fórmulas, así medís al mundo.
Taliónica, Salomónica, Liberal. Como no sabés recibir no sabés dar. Todo en espejo, dos partes iguales: una mano por una mano; un ojo por un ojo; un beso por un beso; una compra por una venta. Da sin comprar, recibí sin vender.
Y sólo entonces decí que me amás. No antes.