En la oscuridad se distinguen variados elementos; algunos llevan mochilas, otros visten de negro. Bailan al compás de la misma música, siempre monótona en su melodía. El mercado negro invade la calle que rodea este extraño escenario, allí es donde consiguen las diversas sustancias que complementan su existencia. La parte interna constituye un universo diferente y hasta se rige por leyes opuestas. Se observa cómo vuelan, siempre siguiendo el ritmo que es lo último que pierden ya que constituye el latido que los mantiene vivos en el recoveco. De repente algunos dejan de volar, al bajar se golpean entre sí sin darse cuenta y se llaman por otro nombre. Otros se besan los labios, tampoco son conscientes de este proceso que puede llegar a embarazarlos de otro particular elemento, un nuevo elemento que pasará a formar parte de la población de dicho territorio.