Palabras que intentan en vano darnos certeza, estabilidad, si se puede hablar de eso en un, “lugar” infinito, sin limites específicamente demarcados (eso es lo que me molesta). No hay punto de referencia alguno para equilibrar el siniestro elemento: la balanza.
De todas maneras ese conglomerado de letras que forman dos bloques, que incluso pueden combinarse con otros... intentan dar la certeza que las personas que queremos poseer (inevitablemente siempre a manera de imagen diría Borges), aquellos seres, elementos destinados a permanecer a nuestro lado (lado tampoco delimitado al igual que todo lo que nos rodea), no cambian a pesar de la mutación que sufre cada una de las partes de su cuerpo... en ese punto se encuentra la única cuasicerteza: llamar a esa imagen asignándole un nombre y así intentar afirmarse uno mismo por medio de una posesión que solo cambia en apariencias triviales y, la que justamente tratamos de convertir estáticamente en algo eterno.