Creo que nunca ha sido la oportunidad
ni tampoco han sido las circunstancias
para sobrellevar las brechas de lo inaudito
y las paredes de lo intenso y especial.

Nunca ha superado las espectativas,
ni se han satisfecho los corazones.
Quiza llueve sobre mojado,
pero mi piso está firme y sin daño alguno,
pues llevo la marca intensa de la experiencia
y la sabiduría pura para poder reiniciar.

Quizá peque de soberbia, al mencionar los corazones
herramientas puras y severas que no vacilan
a la hora de cumplir su esperada misión.
Pero es inevitable a la hora de rehacer,
infaltable en el momento de decidir
y extremadamente ansioso en los instantes exactos
cuando puedo imaginar, cuando puedo soñar,
cuando me permito aquellas licencias prohibidas,
coartadas por una existencia limitante y sobreprotectora.

Inusitados momentos felices de sobriedad pura,
ambigua sensación de dopaje interior
que me eleva y asimismo levanta mi semblante
lo hace más puro y escencial.
Pues curiosamente en tu presencia vuelvo al origen,
vuelvo a lo más elemental y evolucionado del ser humano,
cadena de contradicciones y elementos anticonsuetudinarios,
donde curiosamente aquel antricontrol me llena,
me consigue pleno y asimismo me protege.

Pues no tengo herramientas para medir un riesgo,
puesto que no tengo nada que perder.
Y aunque así lo fuera,
y mereciera las mil penas del infierno,
feliz socorrería esta sensación,
esto que me atrevo a llamar sentimiento.
Sé que valdrían la pena, lágrimas y momentos.
Pues quien no espera y supone
no vacila y simplemente propone,
dispone y entiende los elementos
para hacer del tiempo finito
un arma de resurreción firme, serena
efectiva y real...