Con todo cariño para las personas que tienen una enfermedad que consideran incurable, a mi amiga que murió de cáncer.
De todo se quejaba,
regañaba a los niños,
a todos los insultaba,
por nadie sentía cariño.
Se la pasaba gritando,
se la pasaba ofendiendo,
no la estoy criticando,
ni la estoy ofendiendo.
Se refugiaba en el alcohol,
o en una droga maldita,
en odio todo transformó,
aquella mujer tan bonita.
Su cara reflejaba amargura,
un rostro lleno de tristeza,
más fingía tener entereza,
ante cualquier tipo de criatura.
Un día al dialogar con ella,
descubrí el porque de su actuar,
aquella mujer tan bella,
tenía algo que la quería acabar.
Un mal que resultaba dañino,
y no lo quería admitir,
ese era su cruel destino,
y por él debía morir.
En un día de nostalgia,
llegó y tocó a mi puerta,
un papel en su mano envolvía,
a mis pies cayó ella muerta.
Ya no pude más,
es muy fuerte mi dolor,
como tú comprenderás,
yo me voy con el creador.
Tú me enseñaste a amar
a todo lo que me rodea,
y hoy que la carta veas,
nunca me podrás juzgar.
Reza una oración por mi,
sé que tú lo haces por todos,
allá te espero yo a ti,
en donde brilla el oro.
Sentí que dos lágrimas caían,
junto a aquel cuerpo inerte,
a Martha la despedía,
en ese lecho de muerte.
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