Dagoberto Pérez Vargas. Puerto Montt invisible.
La fragilidad de la memoria, obliga bucear las profundidades del mar de los recuerdos. Saltan imágenes como duendes juguetones, en un trapecio de eterno movimiento, hasta reconstruír parcialmente el daño que el tiempo inexorablemente infiere en la carne y la mente. Acto sanador , pasaporte mágico del misterioso viaje circular de la existencia del ser, episodio visible de la Vida. La figura de Dagoberto asoma adolescente, levantando la mano en señal de saludo y yo niño, cuesta abajo por la calle Balmaceda, en mi primer viaje escolar, de vuelta a casa de mis Padres. El Dago, mi primo hermano, ahí en la altura, donde quedó para siempre, garantiza el resultado de mis pasos. Calle Vial y su escalera de madera. Balmaceda y su cuesta. Ahí vivió Dagoberto candidato a Presidente del Liceo, en el 64. Aprendíz de hombre rana, buen alumno, el Dago hijo y primo mayor. Nace el inquieto compañero, sobrino querido. Militante junto a los Pobres de la Ciudad y del Campo. De paso en Concepción, el compromiso político y el Bachillerato. La Universidad de Chile, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR. La clandestinidad, la cárcel del freímo, la lucha por el hombre y el mundo nuevos. El dirigente universitario y el Partido. Los hermanos y yo, reclutados por presencia y ejemplo. La Unidad Popular y la discusión teórica, la profundización del proceso, las dudas, la reacción burguesa, la crisis, la lucha del pueblo sin armas y el golpe. Puerto Montt, en la memoria siempre. Los olores de Olmopulli. El mar el día del terremoto, en mayo del 60. La Isla de Tenglo, la playa de Pelluco y el kiosko de la plaza, donde tocaba la banda. El ruido del mar llegó a Santiago y se quedó para siempre en La Cisterna. Sociológo y miembro de la dirección del Partido, toda la energía militante y la participación. Avanzar sin tranzar, hasta la Victoria, Siempre. Por el Socialismo. El golpe de estado, que siempre estuvo amenazante sobre los trabajadores y el pueblo. Se cumplió la profecía y la sangre, y la tortura, y la muerte, y las desapariciones. El triunfo de los reaccionarios, con su instrumento de muerte a los trabajadores y a los revolucionarios. El MIR no se asila. A recomponer las fuerzas y fortalecer las alianzas. Todos a la lucha. La represión atrás y delante de nosotros y los otros. Yo, muy pronto en los campos de concentración, Dago prófugo. Puerto Montt es visitado de noche, por los oscuros funcionarios de la tortura, pero ya no está la misma calle Vial y su escalera de madera. Ni ya es suya la casa. Devoradores de ideales e idealistas, de viejos y jóvenes combatientes de gestos y actos, con su melodía de traiciones y pavor, comienzan su danza de muertos que vivirán para siempre. Miguel en San Miguel salta a la vida. Se suma al ejemplo. Sí, es verdad, todo debió ser distinto, pero no fracasamos, este episodio será superado. Nadie duda, cada uno con sus miedos toma posición en el combate por romper el asedio. Todo hombre enfrentado así mismo, rearma sus convicciones, explora, resuelve y actúa. Dagoberto Pérez Vargas, en la madrugada del 16 de Octubre de 1975, en Malloco, con 28 años de edad, decide entregar a la causa del Socialismo, el bién mas preciado que un hombre posee: su vida. Con las armas en la mano y la convicción que todo cambiará. Puerto Montt se hace eterno y se engrandece con uno de sus hijos. Luis Ulloa Vargas. Lampa. Santiago. Chile.