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NAVEGANTES DEL CIELO (a mis padres, o a su recuerdo)
Te fuiste sin avisar.
En la distancia.
En tierra de reyes,
como te gustó vivir.
Todavía siento
haber estado tan lejos
sin poder ayudarte.
Sentado sobre una silla de ruedas,
el cuerpo casi inerte,
con una baba corriendo hacia abajo
lentamente
por la comisura del labio,
y una pierna
(la derecha o la izquierda no alcanzo
a identificar cuál)
moviéndose en estrépito,
mientras un desconocido
te empuja
por un aeropuerto europeo
hacia una salvación
que no llegaría nunca.
Así lo imagino.
O así me lo contó mamá.
No sabría decir qué es lo cierto,
si una u otra cosa
Y era ella la que debía
morir antes,
la del corazón abierto
y generoso,
que de tanto brindarse a los demás
dejó de brindarse para ella
y comenzó a fallarle definitivamente
a los pocos años que te habías ido.
Era ella de quien debíamos preocuparnos aquella vez…
Pero la vida es extraña.
O será que el destino sabía
que no hubieras resistido un día sin
su compañía,
que te cuidaba como a un hijo más
y que la tarde en que murió
me dijo: “me voy, hijo, tu papá me llama”.
Había una música de calma aceptación
en aquél hilo de voz,
apenas un susurro,
un soplido frágil,
como lo que quedaba de ella.
Y yo pensaba en otras cosas
para que no me viera llorar.
Entonces,
empecé a percibir
que con la muerte
de quienes queremos mucho
también comenzamos a morir
un poco nosotros.
Y ahí fue,
despojada de ese cuerpo
que ya no resistía más,
con esas alas de ángel invisibles
que había llevado durante su vida,
a navegar en el cielo
detrás de ti,
como siempre que la necesitaste.
Y debe haber sido así,
qué aún donde estás
la debes estar necesitando.
De eso estoy seguro.
¿Es acaso solo ilusión
pensar que estarán juntos,
que se habrán encontrado más allá de la tierra,
en ese espacio incierto
que llamamos “muerte”
imposible de imaginar
para quienes aún estamos aquí?
Pocas veces hablamos,
aunque había
tanto para decir.
Fuiste un avaro de tus sentimientos,
los escondías,
los ocultabas,
como si tuvieras miedo de gastarlos
en mi,
como si temieras que alguien
supiera que los tenías
también para mi.
Tu hijo distinto,
el único distinto
(asi se lo dijiste una noche
a un mozo de restaurant,
yo no tenía más de diez años,
y miraba sin entender).
Recuerdo un abrazo una tarde,
no sabías hacerlo,
la vida no te había regalado esa virtud.
Después me enteraría
que te sentías orgulloso,
pero nunca pude
escucharlo de tu boca.
Desperdiciamos el tiempo
cuando fue nuestro,
pero igual
ahora, hay veces
(aunque te costaría creerlo)
que miro la vida
por tus ojos.
¿Tomarás tus whiskys
allí donde estés,
y te fumarás casi sin parar
tus ocho cigarrillos importados
como lo hacías cada noche
al volver del trabajo,
cuando pasabas de la excitación
más acelerada
al ensimismamiento de roca,
mientras proyectábamos viajes,
cambios de vida, mudanzas
y sueños que nunca llegarían?
¿Tendrá la muerte
algo que ver
con una intensa calma?
¿Será la eternidad
esa blanca paz
que presiento,
o la negra e impenetrable noche
a la que temo?
¿Cómo hago,
papá, mamá,
para encontrar ahora aquel pasillo
que me llevaba hasta la puerta
de su habitación
cuando era esclavo
de mis miedos nocturnos?
Si con la fuerza de la nostalgia
pudiera traerlos hasta aquí
aunque sea un momento.
Si pudieran sentir
esta nostalgia
aún tan lejos,
sabrían
(se los digo con este poema)
cuanta falta me hacen.
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Texto agregado el 12-03-2006, y leído por 455
visitantes. (16 votos)
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Lectores Opinan |
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12-03-2008 |
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me conmoviste hasta las lágrimas. Abriste el grifo y ya no se pudo detener la nostalgia, la tristeza y la ausencia que brota de cada palabra en tu poema. besos y*****impecable de corazón!!!Matilde mancuspia |
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19-01-2008 |
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Estoy conmovida, cualquier cosa que te diga, sería poco para aliviar tu pena; así que mejor te envio un cálido abrazo. Un beso. Sofiama |
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10-08-2006 |
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Hermoso, lleno de alma y amor. honeyrocio |
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10-07-2006 |
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hermoso poema te adoro :)5* GEHENA |
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29-06-2006 |
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Mi primer gran dolor fue a los 10 años cuando vi morir delante mio a mi padre, de un infarto fulminante, dos años despues moria mi abuela,tambien en un instante, y en mi, quedaron muchas cosas sin decir, pero ellos sabian cuanto los amaba, y sobre todo yo sabia cuanto me amaron a mi, y lo siguen haciendo, dándome fuerzas cuando las necesito para seguir, ellos estan siempre con nosotros, en otra dimensión, en otra calida manera de protegernos, son muchas las preguntas que nos hacemos, pero desde esa tierna edad, le agradezco a la vida, haberlos conocido, y haber sido capaz de vivir esta vida que me regalaron al nacer, cada uno tiene su tiempo en esta vida, pero no todos, tienen la felicidad de conocer como tu y como yo ,padres, abuelos , que nos han dejado una enseñanza de vida tan valiosa***** monica-escritora-erootica |
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