Jueves, 8.15 a.m.
Estoy tratando de poner atención a lo que dice el sujeto al otro lado del salón. Tratando digo, pues no puedo evitar retorcerme un poco en mi asiento. Tengo un ligero temblor de labios y siento una brisa fría que me pone la piel de gallina. Y esa horrible sensación en mi garganta que no me deja tranquila. Siento el sudor frío de mis manos. El lápiz se resbala de mis dedos impidiendome tomar apuntes. "Mierda...", me digo mientras me visualizo rindiendo un pésimo examen en un futuro no muy lejano.
- ¿Me podrías prestar los apuntes hasta mañana?- me parece que nunca me había costado tanto articular una frase. Para mi alivio mi compañera de banco me responde con un "Ajá" mientras asiente con la cabeza...parece haber notado lo que me pasa pues de vez en cuando me lanza furtivas miradas de reojo. Trato de erguirme un poco para hacerme la valiente, pero el coraje no dura mucho, simplemente el dolor me obliga a volver a curvar la espalda. Siento palpitar mi bajo vientre como si estuviera a punto de estallar. No aguanto más. Me levanto de mi asiento y salgo silenciosamente del salón maldiciendo estos 3 a 6 días al mes (o a veces cada dos....me la gana en todo, hasta tiene el factor sorpresa, nunca se cuando va a llegar). "y ni siquiera planeo tener críos...Dios, si existes, definitivamente no eres mujer" pienso amargamente mientras trago saliva y busco descontroladamente los estúpidos fármacos que me mantienen en pie estos estúpidos días.