El sexo es un maravilloso instrumento para hacer el amor es parte del reencuentro con nuestra verdadera identidad y se logra siendo cada vez más conscientes de que constituimos mucho más que un organismo físico: somos seres espirituales encarnados, aprendiendo a reconocer el mundo material hasta que finalmente no veamos más división entre cuerpo y espíritu.
Debe existir una conexión espiritual antes que un acto sexual, ya que este se transforma en algo físico y mecánico lleno de vacío afectivo y amoroso.
Cuando estamos en la cama con alguien, estamos dando permiso para que esta persona comulgue no solamente con nuestro cuerpo sino con toda nuestra personalidad. Son las fuerzas puras de la vida que se comunican, independientemente de nosotros y, entonces, no podemos esconder quiénes somos.
El sexo es una llave oculta a lo más grande, al cosmos. El sexo es como una puerta al infinito.
Hay que empezar a romper ciertos perjuicios, ciertas ideas equivocadas que sostienen nuestra vida. No hay nada en nuestro cuerpo de lo que tengamos que avergonzarnos; ninguna de sus partes tienen menos valor que otra.
No hay nada fuera del hombre que sea malo, lo que hace malas a las cosas son los pensamienros del hombre sobre ellas.
Cuando hacemos el amor o compartimos momentos de éxtasis, la división entre yo y tu parece desvanecerse.
El sexo es uno de los dones más grandes que tenemos para expresar amor en los tres niveles físico, emocional y espiritual.

A través del amor podermos contectarnos con la otra esencia de vida, a través del sexo podemos manifestarlo.