Lo hondo de mi calle
Para esa gaviota, la primera en diciembre...
Que aunque sepa leer el correo, ya no llega a su puerta
Tu dulce figura en mi memoria esta noche no me deja dormir.
El barrio de seguro lo hace, su silencio invade mi alcoba, tu no estás gaviota, ni en Córdoba ni en Bosnia; no estás.
No estás aquí, pero sí en mi día, si en nuestro abril.
Mi ser se desangra junto a ti desde aquella noche, desde aquella sombra. Luces monótonas que danzan lentamente al compás de nuestros cuerpos, luces tibias y húmedas que se visten de azul y se funden junto a nuestros sentimientos, junto a nuestro último aliento desgarrado de placer, de salto a través de las barreras, de esa frontera que te hizo mujer.
Aquí estoy gaviota, junto a mi lámpara ardiente y compañera, junto al silencio del barrio.
El silencio del barrio y esa luz perdida en lo hondo de mi calle, eso es todo, eso es todo hoy en mi.
Basta con cerrar mis ojos, basta con dejarme llevar hacia ese otro cielo, hacia ese otro cielo que de veras existe para que mis días florezcan de alegría y comprensión.
Esta noche sólo me queda el silencio, las preguntas y esa luz en lo hondo de mi calle. Esa luz que esta noche se viste de plumas, esa luz que aletea alegre gaviota, esa luz que en lo hondo de mi calle esta noche se vistió de ti.
Jair Fernández Caram
cuatro de marzo del lumínico dos mil seis.
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