Propongo una pausa: ruego por un respiro. Plegaria intrascendente que sostiene la bajeza del ser. Ahora puedo mirar, y no veo una fiesta sorpresa en el recóndito de mis abismos, ni un infierno calcinante en la piel amante, ni un valor incalculable en el actuar loable. Ahora que puedo mirar, no veo, y deseo ansioso mi dosis de ajetreo, mi espacio íntimo en que creo, que ni poder estar conmigo puedo. Que así como van las cosas, anoche fue otoño y mañana es navidad, anteayer estuve muerto y sin renacer aun vivo. Es la era de arenas movedizas, esas que cuando pisas solamente agudizas la impotencia de la trampa, el desvelo de los celos y el vacío de las almas. Hoy no cantan los violines, hoy nos quedamos en casa, la mañana está muy fría, y me duele la garganta.