Cuántos años ya…, y el tiempo pasa
Pero la memoria no olvida,
Porque no se pueden olvidar
La muerte ni el pánico de ese día,
Los cuerpos rotos, tirados por el suelo,
La sangre derramada
Mezclada con las lágrimas y el sudor del miedo,
Ni la desesperación de no saber…
La causa.
¿Por qué? Se preguntan aún
Los que quedaron sin hijos,
Sin padres o hermanos…
¿Por qué se los llevaron?
Casi doscientos cuerpos masacrados
Que hoy no están con nosotros
Ni pueden ver el sol de este día,
Que aún piden justicia; aunque ya sea tarde…,
Muy tarde para ellos,
Porque así lo quisieron fanáticos
Que en el nombre de no sé qué Dios…
Pusieron fin a sus vidas.
Son malas; muy malas, las guerras y el terror
Y aunque todas son malas,
Más aún lo son aquellas
Que se hacen dictadas por un Dios, -el que sea-,
O por cualquier religión -la que sea-,
No creo en religión ni en nada
que incite a los hombres a cometer el mal,
ni en un Dios que mande matar a inocentes
No es justo ese Dios… y por lo tanto,
para mí no existe;no creo que exista
No creo en los hombres que derraman sangre,
Ni en las naciones que los apoyan;
Sólo creo lo que he visto.
Y ese día, vieron mis ojos espantados
La muerte y el terror derramados
Por el suelo, entre los raíles de un tren
Que portaba expiración de justos,
Y humo y olor a pólvora de muerte.
Ojala que un día,
No haya sobre la faz de la Tierra
Ni uno sólo de esos miserable en cuya cabeza
Ronde la idea de dar muerte a otros seres,
Ni en sus manos sientan el impulso de accionar
Gatillos ni bombas que arrasen
Y manchen con la sangre inocente
El suelo de ninguna nación.
Mientras tanto, nuestro recuerdo
A aquellos que por los fanáticos
Fueron apartados de nosotros,
De los suyos, de sus seres queridos…
un día once de marzo de hace ya...
no sé, cuántos años.
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