Y caí al suelo.
Mi Padre pegaba muuuuy fuerte y yo, en ese tiempo, era pequeño, delgado, sin ninguna posibilidad de defenderme. Cuando estaba en el suelo empecé a escuchar el sonido que ya me era familiar desde hacía, mas o menos, un año, cuando ya tenía conciencia y sabía, en cierto modo, lo que pasaba.
Un sonido que llevaba consigo restos de piel de otros niños, otros mundos, otros dolores… recuerdo que era la hebilla que lo primero que escuchaba, unos garabatos dirigidos a mi, y, luego, los latigazos... mientras…
…mientras miraba por el pasillo a mi hermana chica, en el comedor, sentada, viendo algunos dibujos animados o documentales de animales, que le gustaban mucho.
En tanto yo, empezaba a escuchar el cinturón y el tren de las tres hacía rugir su estruendoso sonido itinerante, opacando los gritos y ofensas que se declamaban.
La imagen de mi hermana, durante esos segundos, era la misma de siempre, mientras mi padre, me…”Corregía”, según él… lo de ella era ver la televisión. Mi hermana siempre viendo televisión.
Ese día fue distinto, el sonido del tren traía nuevos castigos, olores, sensaciones.
Por algún motivo la hebilla de mi cinturón también empezó a sonar, sumándose a los ruidos. Yo no pensaba, no hacía nada. Solo miraba a mi hermana viendo televisión.
Creo que mi padre no estaba mas borracho de lo habitual, incluso aún veía en el comedor, cerca de mi hermana, la botella de vino a la mitad.
Con frío repentino en mi espalda y en el trasero, la piel se tornó de gallina por unos instantes… ya no escuchaba los latigazos del cinturón en mi cuerpo, escuchaba respiraciones agitadas y dolor físico atrás… a mi no me pasaba nada, solo sé que, extrañamente ese día… comencé a odiar a mi hermana, viéndola por el pasillo…
… en el comedor, sentada…
… viendo algún dibujo animado o documentales de animales que le gustaban tanto…
… la odiaba…
Ese día, ella, cumplía 6 años.
En adelante, los latigazos eran acompañado de respiraciones agitadas, frío en la espalda y en el trasero… el dolor físico ya no era tan intenso… extrañamente, nunca mas se me puso la piel de gallina.
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